martes, 12 de octubre de 2010

Relato -001-

Cuando las estrellas deciden asomarse es hora de que los hombres duerman, y a medida que avanza el nocturno manto a lo largo de las llanuras de Rokugan, los hombres, poco a poco, se van uniendo al mundo de lo onírico en busca de un merecido descanso.

Pero unos pocos son los que permanecen despiertos durante la noche, bien sea por que su trabajo lo requiere, por que es el único momento en el que pueden trabajar, o por que los kamis susurran palabras de desasosiego que les produce una profunda intranquilidad.

En lo alto de la magistratura,una vela permanece encendida, iluminando con su calidez la estancia, y dejando escapar unos pequeños rayos de su luz por el gran ventanal abierto, donde apaciblemente en el alfeice dormía un joven halcón.

Frente al escritorio un hombre se mostraba dubitativo, miraba una y otra vez los diversos mapas que había extendido encima de la mesa y mentalmente realizaba anotaciones para intentar organizar sus pensamientos.

-¿Aun estas despierto?- dijo una voz a sus espaldas.

Al girarse alli estaba ella, con un hermoso quimono celeste, que se dejaba caer grácilmente por cada una de las sugerentes curvas que formaban la mujer. Su pelo recogido en una trenza descansaba plácidamente sobre uno de sus hombros, no podía negar que su rostrono era como el de los kamis y que a pesar de que en la cortes había visto mujeres mucho mas hermosas, no era hermosa, grácil y sensual.

-Si, estaba pensando en como organizar todo.. hay.. demasiados cabos sueltos – dijo Doji Ying Jie volviéndose a los mapas.

-La gente duerme plácidamente en sus futones, deberías dejar que tu mente descansara también y fueran los sueños los que te despejaran la mente,para que las fortunas te indiquen de manera sabia como hay que actuar- le dijo su esposa mientras subía los últimos peldaños de la escalera a la habitación.

-Debería, pero no puedo… siento que no estoy haciendo un buen trabajo, yque mis antepasados esperan mas de mi, pero no se que es-

Calmadamente, la mujer puso suspies descalzos sobre la alfombra que cubría el suelo y deslizo sus pies hastaponerse al lado de su esposo, mirando todos los mapas y cartas que habíaextendidos en la mesa. Al llegar a su altura, le miro fijamente, estaba de piecon sus brazos cruzados, mirando fijamente aquel montón de papeles, colocándose frente a él le posos sus manos enel rostro y con gran delicadeza le quito sus anteojos gaijin que habían pasadode generación en generación en su familia como un nemunarei mas.

-¿Qué es lo que te aflige?- le pregunto, mientras dejaba los anteojos encima de la mesa.

-Nada- le respondió secamente.

-Jie-san, el deber de una esposa es el de compartir el camino de sumarido, y apaciguar las aflicciones de este, igual puedo ayudarte-

-Me preocupa que no sepa que hacer llegado el momento, que no contemoscon los suficientes hombres, que mi sobrino le pase algo, que esos jóvenes samuráisfallen debido a su inexperiencia… me preocupa fallar, no se como explicártelo,se que no lo vas a entender- dijo apartando con cuidado a su esposa.

Agachándose un poco coloco susbrazos a los lados de la mesa, volviendo a repasar todo lo que allí habíaextendido, su intuición le decía que algo se le escapaba pero no sabia que era.Tras él su esposa tenia un aspecto sombrío, apesadumbrado, pero tras inspirar profundamente cambio a un semblante alegre como el que siempre había mostrado.

-Cuando nos casamos, empezaste de cero y tras unos años mostrases tugran valía y has llegado a magistrado de la ciudad de los deseos, siempre supisteque hacer llegado en el momento adecuado… - dijo dándose la vuelta – tus ancestros están orgullosos de ti, y tushombres confían en ti, y su inexperiencia puede darles nuevas ideas . Por tusobrino, no te preocupes, es un joven cualificado, no le pasara nada, mañana partirácon el resto y volverá con un triunfo bajo el brazo… confía en él, confía enellos.

Ahora descansa y ya veras como mañana veras las cosas de otra manera-acercándose a él fue a acariciarle el rostro pero el magistrado se incorporo ydio un par de pasos en dirección a las escaleras separándose de ella.

-Tal vez tengas razón esposa, mañana será un nuevo día… diré a lossirvientes que preparen mi futon, hasta mañana-

Alejándose hacia las escaleras elmagistrado se despidió de su esposa, y bajando por las escaleras la dejo en la habitacióna solas, en soledad Natsumi no pudo reprimir algunas las lagrimas contenidas y estas recorrieron su dulce rostro. Secándoselas, se dirigió a la ventana y miroal exterior observando en silencio la ciudad que se extendía ante ella.

-Ojala, algún día vieras las cosas como yo las he llegado a ver, yentiendas que no solo hay que demostrar ser un hombre digno en el campo debatalla.- dijo asi en susurros mientras acariciaba el plumaje del halcón.

Volviendo la mirada al escritorio, Natsumi vio como los anteojos de su esposo aumentaron una zona del mapa, la regiónde las desapariciones, donde un grupo de hombres investigaría lo sucedido y a ser posible lo resolverían.

-Vigiladles, por favor- susurro a las fortunas – Cuidad de ellos como yo cuido de mi esposo,aunque no seáis correspondidas-

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