domingo, 23 de octubre de 2011
lunes, 17 de octubre de 2011
domingo, 2 de octubre de 2011
domingo, 11 de septiembre de 2011
domingo, 4 de septiembre de 2011
sábado, 3 de septiembre de 2011
El aprendiz de samurai - Relato 5
EL VIEJO SABIO
El Viejo Sabio siempre salía de su ermita muy temprano, antes de salir el Sol. Su viejo cuerpo no le pedía demasiado descanso y seguía lleno de vitalidad, apenas dormía cuatro o cinco horas, despertaba rebosante de energía y salía a barrer el patio delantero de la ermita para que los feligreses encontrasen un lugar limpio y ordenado en el que pudieran ordenar pacíficamente su alma.
Sin embargo el primer caminante que pasaba delante de su lugar de paz no era un feligrés suyo.
Hacía varios mese que Gr'anSan venía observando a ese jovencito. Antes solía jugar con los chicos de su edad, pero desde hace unos meses su comportamiento había cambiado mucho... y eso le llamaba la atención al Viejo Sabio. Aunque lo que más le extrañaba no era que ya no se relacionase con niños de su edad y solo caminara junto a hombres mucho más mayores que él. Lo que más le extrañaba al Anciano clérigo era el brusco cambio que había sufrido su espíritu. Gr'anSan calculaba que en estos últimos meses, el joven Kan, había madurado el equivalente a 15 años. Y eso si que le llamaba la atención.
El Viejo Sabio posó la escoba contra una de las paredes de piedra que formaban su vieja ermita, y alzó la mano para llamar la atención del Joven Samurai.
- Joven! - Grito a Kan - ¿Donde vas tan temprano? A estas horas sólo los demonios y los santos andan por la calle. Los primeros retornan a las entrañas de la tierra a protegerse del abrasador Sol y los segundo bajan del cielo para proteger a los hombres de las calamidades y del Mal. - Y como haca todas las mañanas preguntó junto al Joven - ¿Tú que eres? ¿Santo o Demonio?
- Ninguna de las dos cosas – Replicó con una sonrisa Kan, todas las mañanas tenía la misma conversación con el anciano y todas las mañanas las palabras eran las mismas, se había convertido en un ritual diurno entre los dos - Solo soy un Joven Samurai que camina hasta los arrecifes para poder contemplar la belleza del amanecer y la suavidad del fluir de las Olas en el Mar.
- ¿Y porqué haces tal cosa en vez de alargar tu descanso como el resto de los mortales? – Preguntó el Viejo añadiendo una novedad a la conversación. Kan quedó sorprendido, ya había reemprendido el camino al considerar que la conversación había finalizado como tantos días atrás; tardó un segundo en organizar sus ideas antes de mirar fijamente a los ojos del anciano y responder...
- Porque mi espíritu guarda tal ansia por vivir la vida y por actuar que le es difícil mantenerse dormido más de unas pocas horas al día. Solo duermo lo suficiente para deshacerme del cansancio del día anterior y despertar cargado de nuevas energías. - Kan hizo una pausa para comprobar si el Anciano Clérigo comprendía lo que le decía, el Sabio conocedor del corazón y las almas de los hombres asintió y con un gesto de su mano invitó al Joven a continuar - Ver la belleza del amanecer renueva y dobla mis energías, pues hace renacer en mi espíritu la fé por las causas justas y las buenas acciones. Por otra parte el suave mecer de las olas calma mi espíritu y me ayuda a ordenar mis ideas y a organizar mentalmente mis tareas diarias de una forma más tranquila y eficiente.-
Violentamente el Viejo Sabio tomo su gastada escoba y agitándola en el aire replicó.
- ¿Entonces que haces perdiendo el tiempo con un Viejo Estúpido? Ve, Corre! Que este Viejo Tonto te ha entretenido y no quiero que por mi culpa te pierdas ni un momento tan sagrado de tu tiempo.
Kan, impulsivo por naturaleza, azorado de tal manera por el anciano echó a correr como alma que lleva el diablo hacia su lugar secreto.
- Y después, cuando retornes pases por aquí, pasa a ver a este Viejo Loco que quiere hablar contigo! - Grito Gr'anSan al jóven mientras corría.
Turbado por las palabras del jóven, el Sabio Clérigo delegó esa mañana las tareas clericales en su ayudante, un hombre de mediana edad que había sido aprendiz de Gr'anSan desde que era solo un niño. El viejo Sabio se retiró a su patio trasero desde donde vería llegar antes al Joven Samurai, y se entretuvo barriéndolo lentamente mientras dejaba que su mente viajara por los derroteros de la meditación.
Pocos momentos después de que los broncilíneos dedos de la Aurora dejaran de acariciar la ondulante superficie del mar, el Anciano Clérigo vio retornar tranquilamente a Kan por el camino del desfiladero. Su paso era tranquilo y seguro, su postura era erguida, denotaba firmeza... y sin embargo estaba exenta de presunción.
Una de sus manos acariciaba su barbilla, aquel mentón joven que todavía no era capaz de empezar siquiera a cubrir su cara con el vello de la madurez. Su otra mano se movía en el aire acompañando los pensamientos del jóven. Hubiera parecido un gran Sabio meditando sobe la importancia de la existencia del hombre sino fuera por que su joven piel y sus músculos aún sin formar delataban su extrema juventud. Gr'anSan estaba convencido de que dentro de ese cuerpo de niño residían el espíritu y la mente de un hombre Maduro, Sabio y Justo. Por eso quería asegurarse de que sus intenciones eran justas y de que sus actos serían los correctos. Pues en caso de que la injusticia rigiera sus actos aquel pequeño sería aún más temible que el peor de los demonios, pues si una cosa era segura era que ese niño un día cambiaría las vidas de millares de hombres... y él debía saber si sería para bien o para mal...
- ¿Cómo ha sido hoy el amanecer Joven Samurai?
- Precioso - respondió Kan resurgiendo de sus pensamientos - precioso... como siempre.
- Te he visto cruzar delante de mi ermita todos los días durante meses - dijo el Anciano Clérigo mientras invitaba con un gesto de su mano al jóven Kan a tomar a siento a su lado - Y en todos esos meses nunca has entrado a descargar tu alma de las malas acciones que hallas cometido.
Kan miró con los ojos abiertos de par en par al viejo clérigo como solo los niños saben hacer. ¿Realmente habían pasado meses? Le habían parecido solo unos pocos días... realmente el tiempo cada vez corría más rápido.
- Eh... - Kan no sabía que responder, al final miró al Viejo Sabio con una mirada que reflejaba su inocencia y su arrepentimiento - Lo siento - Dijo sencillamente.
- Eso está bien... pero no es suficiente. - El Anciano fijó sus ojos en Kan para escrutar atentamente su rostro y no perderse ni la más mínima reacción de su rostro - Dime entonces ahora cuales han sido tus malas acciones en todo este tiempo. Incluidos los malos pensamientos...
La voz del Anciano Clérigo era dulce y firme a la vez, sin embargo ni una sombra de miedo, ni la más mínima duda recorrió el rostro de Kan cuando respondió, casi automáticamente.
- No he cometido ninguna - Y la mirada sincera que se reflejó en sus ojos, junto con la inocente sonrisa, exenta totalmente de orgullo que se reflejó en su rostro convenció de la veracidad de sus palabras al Viejo Sabio... el cual quedó increiblemente impresionado por la simple afirmación del joven Kan.
El Anciano meditó un momento, era obvio que Kan era sincero, pero sin embargo era tan difícil... ¡Casi imposible!
- ¿No has causado mal a nadie? – Preguntó el anciano y el joven respondió negando efusivamente con la cabeza.
- ¿No has tomado nada que no te pertenecía? - Kan negó con una incrédula expresión en su rostro que reflejaba que, para él, eso era algo impensable.
- ¿Quizás has tenido pensamientos negativos sobre alguna persona? - Dijo el anciano mientras guiñaba un cómplice ojo a su interlocutor.
- No! ¿Debería haberlo hecho? - Replico Kan.
- ¡Por supuesto que no! ¡No digas tonterías! - Dijo perdiendo los nervios momentáneamente- Perdona... Es que como haya muchos como tú... Me quedo sin trabajo! - Y prorrompió en una enorme carcajada - Dime, tampoco has tenido pensamientos extraños sobre las mujeres...
- ¿Como qué? - respondió extrañado Kan.
- No, nada olvídalo - ¡Tampoco eso! Claro, era demasiado joven... físicamente solo era un niño, aunque su mente fuera la de un adulto.
- Kan, acércate y mira... - dijo el anciano mientras sacaba un paquete de semillas de entre su túnica blanca - Esta es mi distracción, tú miras el mar... yo doy de comer a las palomas - Diciendo esto arrojó un gran puñado de semillas delante de sí. Inmediatamente un estruendoso batir de alas llenó el aire, y unas pocas palomas al principio y después docenas de ellas bajaron desde el techo de la ermita hasta, literalmente, rodear al jóven y al anciano.
- Mira atentamente a esas palomas Kan, puesto que son iguales a los hombres.
El jóven Kan no sabía a qué se refería el anciano, las palomas eran pequeñas y grises, tenían pico y alas... además no sabían hablar y volaban... ¡Eran totalmente diferentes a los hombres! Sin embargo el Samurai sabía reconocer cuando un hombre sabio tenía ganas de hablar y dejó que la sabiduría del anciano fluyera por su boca como un dorado ríío que no encuentra ninguna resistencia a su paso, mientras riega los puros pastos que ha de alimentar.
- Si Kan, veo en tu cara que te extrañas... pero estas palomas, aún siendo totalmente distintas en su envoltura a nosotros... en su esencia son iguales. Igual que el agua que recorre el pozo y el cubo son la misma agua... el comportamiento de las palomas es igual al de los hombres.Míralas atentamente Kan, míralas y dime que es lo que ves.
- Veo a muchas palomas comiendo - Dijo sinceramente Kan.
- ¿Seguro? - Dijo el anciano - Mira mejor!
Kan reflexionó unos instantes y añadió.
- Bueno, realmente hay algunas palomas comiendo y muchas que no.
- Y... ¿Por qué esas últimas no están comiendo Kan? ¿Acaso no hay suficiente comida?
- Bueno... realmente si hay comida bastante, si se juntaran un poco más y se acercaran aquellas del fondo... podrían comer más del doble de las que realmente están comiendo.
- Y... ¿Porqué no se acercan? ¿Crees que no tienen hambre?
- Está muy claro que tienen hambre. Esa de ahí está flaquísima! - El Jóven Samurai las miró atentamente - Parece que esas del fondo tienen miedo, y por eso no se acercan.
- ¿Dices que tienen miedo? - El anciano sonrió y miró fijamente a Kan - Pues dices bien. Tienes toda la razón. Tienen miedo y por eso no se acercan. Y, ¿Porqué tienen miedo? ¿Les vas a hacer algo? ¿Planeas matarlas?
- ¿Yo? - Preguntó el Jóven Samurai - ¡Por supuesto que no!
- Bien, yo tampoco... y a mí me conocen desde siempre, pues yo ya estaba aquí mucho antes de que ellas nacieran - El Viejo Sabio señaló al Jóven Samurai y le dijo acusadoramente - Kan, la culpa de que no coman es tuya ¿No sientes remordimientos?
- La verdad es que eso es lo que estaba pensando - El joven Samurai se rascó la cabeza y al final desesperado preguntó - ¿Qué puedo hacer?
- Bueno, puedes intentar decirles que no pretendes hacerles caso e invitarles a que se acerquen a comer. - El viejo le invitó con un gesto de su mano a probar - ¡Inténtalo!
- Palomitas bonitas, palomitas bonitas - pronunció estúpidamente Kan con una vocecilla aguda y suavizada con intención – venid a comer, no quiero haceros daño, si no coméis moriréis de hambre, ¡Vamos venid!!
Las palomas miraron a Kan como si estuviera loco y se alejaron unos pasos más.- Nada, no me hacen caso! – Exclamó agobiado Kan ¡Realmente quería que las palomas comieran!
- Puedes probar acercarte con un puñado de comida en la mano... - dijo el viejo - quizás al ver tanta comida cojan confianza y se posen en tus manos a comer...
A Kan le pareció grata la idea, así que cogió dos puñados de comida y se acercó lentamente a las palomas mostrándoles la comida. Estas al ver caer algún grano de las manos de Kan hicieron amago de acercarse, pero al ver las manos llenas de semillas del joven Samurai mientras este se acercaba...
echaron a volar espantadas por la cercanía del muchacho hasta posarse en el techo de la vieja ermita.
- ¡No lo entiendo! - exclamó enfadado Kan - ¡Estas Palomas son tontas! ¿No se dan cuenta de que yo solo quiero su bien? Si pudiera hacer que entrasen en razón... ¿Pero que digo? – Exclamó dándose cuenta de un detalle - ¡Si son sólo palomas! ¡Son desconfiadas y cobardes por naturaleza...
- ¡IGUAL QUE LOS HUMANOS! - Exclamó de un grito el Sabio Clérigo cortando los razonamientos de Kan.
El jóven Samurai quedó paralizado al ver la sutil trampa que le había preparado el Anciano Clérigo, y en su mente empezó a brillar la llama del entendimiento... pero todavía solo eran unas pocas chispas dispersas que no eran capaces de alumbrar el complicado entramado de la argumentación del anciano.
- ¿Entiendes Kan?
- Todavía no estoy seguro ...me quieres decir que todos los hombres son cobardes por naturaleza?
- ¡Ni mucho menos! - El anciano palmeó el asiento de piedra - ven, vuelve a tu asiento y mira.- Kan así lo hizo... y después de un rato sin entender nada de lo que estaba viendo preguntó...
- ¿Qué estoy viendo anciano?
- ¡El comportamiento de los hombres querido niño!
- ¿Me lo puedes explicar clérigo? - La cara de Kan era una mueca torcida... como su cabeza, que estaba ladeada en un vano intento de entender mejor el misterio.
- ¡Mejor explícamelo tú! - EL joven Samurai le envió una mirada de misericordia - ¡Venga! ¡Descríbeme lo que ves!
- Bueno, veo muchas palomas a nuestro alrededor - empezó Kan resignado - unas pocas estáá muy lejos, mirando y alargando la cabeza, pero tienen miedo de nosotros y no se acercan. - Kan las señaló con un gesto - La mayoría está a una distancia de un par de brazas de nosotros...
- La distancia justa de seguridad - añadió el anciano y ante la mirada de extrañeza del joven agregó - Si estuvieran a una braza, podrías cogerlas con solo alargar el brazo. Estando a dos brazas, si haces un movimiento brusco para intentar cogerlas... ellas tendrán el tiempo justo para echar a volar y escapar - El anciano indicó con la mano a Kan que continuara su descripción.
- Pues estas palomas están picoteando unos cuantas semillas, aunque son pocas porque la mayoría está a nuestro alrededor - El jóven Samurai guardó silencio un segundo antes de añadir - es extraño que no se acerquen más, pues son muchas palomas para muy pocos granos.
- Exacto! Continúa por favor.
- Bueno, muy cercanas a nosotros - Kan estiró un brazo para demostrar sus palabras - dentro de la distancia de una braza están cerca de una docena de palomas... que se están poniendo moradas, pues se están comiendo la mayoría de los granos que echaste al suelo.
- Muy bien! Veo que sabes describir muy bien - El viejo señaló las manos del chico - Ahora extiende tus manos en forma de copa y dime lo que pasa.
El joven Kan, dándose cuenta de que todavía llevaba en las manos las semillas que antes había cogido, colocó coloco en forma de copa sus manos, igual que cuando bebía de un río... y esperó . Unas pocas semillas cayeron de sus manos, pero al momento una paloma enorme y preciosa se posó en el borde de sus manos y se puso a comer de la gran cantidad de semillas que Kan tenía entre sus manos. Era obvio que esta era la paloma más feliz de todas, pues después de echarle un par de miradas de advertencia al joven se puso a comer como una loca, con una gran ansia y una gran alegría. Kan la observaba con la boca abierta y sin mover un solo músculo, casi apenas respiraba de la emoción que sentía al tener al bello pájaro entre sus manos.
Era lo que antes había deseado con las otras palomas asustadizas... al ver que estaba segura en las manos del jóven humano, la paloma relajó sus plumas, retrajo una pata y se dispuso a comer esta vez de una forma más calmada y relajada... aunque con grandes bocados cada vez. Si la Palomas hubiera tenido boca en vez de Pico, Kan habría jurado que la paloma le sonreía.
- Bien jovencito - dijo el Anciano Clérigo sacando al Joven Samurai de su ensoñación - estoy esperando a que me lo acabes de describir.
- Eh... - exclamo Kan buscando las palabras adecuadas - Una paloma está sobre mis manos comiendo absolutamente todas las semillas que quiere... al principio tenía miedo, pero ahora ha visto que no tiene nada que temer de mí y come confiada y tranquila.
- ¿Has entendido ya lo que te quiero decir?
- Aun no Clérigo - Dijo el joven ruborizándose - creo que voy viendo alguno de los matices del tapiz, pero aún no soy capaz de admirar toda su belleza.
- Bien, te ayudaré - dijo sonriendo el Sabio Clérigo, en realidad le gustaba resaltar ante los demás que era el más grande conocedor del corazón de los hombres - Las palomas que ves al fondo son infelices y pasan hambre, tienen la comida a su alcance, solo tienen que volar hasta aquí, cerca de nosotros y cogerla... pero su miedo les impide hacerlo. Temen que les hagamos algún daño. - El anciano hizo una pausa y miró al joven, en su rostro se empezaba a iluminar la llama del entendimiento - Realmente esas palomas son tan capaces de coger las semillas y comer como las demás, pero sus miedos les impiden alcanzar la comida...
- Los fantasmas del miedo y del fracaso los detienen - Murmuró Kan entre dientes.
- Perdona ¿Qué decías? – Preguntó el anciano - Mis oídos no son lo que eran...
- Nada, nada. Por favor continuar.
- Bueno, pues decía que son tan capaces de alcanzar la comida y de comer como las demás, pero que su miedo les impide alcanzar la comida cuando...¡Simplemente tienen que hacerlo! - El anciano miró fijamente y con seriedad al joven.
- Esto le pasa a muchos hombres, solo han de actuar, de hacer las cosas, de luchar por ellas para alcanzarlas y cogerlas... y no lo hacen por miedo a fracasar. Estas palomas que hay más cerca - Continuó el Sabio cambiando de tono y señalándolas - como puedes ver, y tu mismo has dicho, son la mayoría. Se conforman con unos pocos granos seguros, aunque saben que no hay bastantes para todas. La mayoría de ellas se quedará con hambre, y cada día las la veras un poco más flacuchas . Unos días tendrán suerte y comerán un poco más, otros días tendrán menos suerte y comerán un poco menos... sin embargo la mayoría de las veces sólo tendrán la comida justa para sobrevivir... Realmente solo tienen que dar un pasito más, acercarse a la comida... ¡Y tendrán toda la comida que quieran! - El anciano se encogió de hombros - sin embargo prefieren estar allá, a dos brazas de nosotros porque se sienten seguras... y esa falsa seguridad las condena... porque ¿Cómo pueden sentirse seguras si en el fondo de sí saben que no hay comida para todas? - El anciano guardó una pausa antes de continuar - Muchas personas son así, se agarran a una falsa seguridad y viven infelices y preocupadas, engañándose a sí mismas y haciéndose pensar que son felices cuando en realidad... temen que no les llegue la comida para sobrevivir.
Kan estaba con la boca abierta, las palabras del anciano eran la sabiduría más pura que nunca había oído... solo estaba describiendo el comportamiento de unas simples palomas... y estaba descubriendo el corazón humano a sangre viva... El joven Samurai cerró su boca con la mano izquierda e intentó mantener la compostura para asimilar mejor las palabras del Sabio Clérigo.
- Estas otras palomas que están a nuestro alrededor son afortunadas! ¿No crees? - La pregunta era retórica, así que no esperó a que el jóven le diera contestación
- ¡POR SUPUESTO QUE NO! Estas palomas simplemente han hecho lo que las demás no se han atrevido ha hacer... ¡Acercarse hasta nosotros y comer! - El anciano esperó un momento a que la sabiduría impresa en sus simples palabras hiciera mella en Kan
- Lo único que han hecho es arriesgarse a venir hasta nosotros... y comer. Nosotros no queríamos hacerles daño ¡Por eso les dimos la comida! - El Viejo Sabio miró a los ojos a su jóven pupilo - Y como confiaron, se arriesgaron... y lo hicieron... ellas dormirán esta noche con la barriga bien llena! Mientras que las demás sienten envidia de ellas y piensan que son afortunadas... - Gr'anSan se rió de si mismo - Dirás que son paparruchadas de un viejo, dirás que son solo palomas... - El Sabio Anciano fijó su mirada en el atento joven - ¿Pero cuantas personas duermen sintiendo envidia por los más "afortunados"? ¿Cuántos seres humanos achacan a la "fortuna" que otros tengan más que ellos? ¡MILLONES! - El anciano hizo batir su blanca túnica espantando a algunas de las palomas más cercanas - y ¿Por qué ? Simplemente porque no han tenido agallas para hacer lo que debían hacer, porque no TIENEN valor para afrontar sus miedos y ¡ACTUAR! - El anciano andaba entre las palomas entusiasmado - ¡No se dan cuenta! No se dan cuenta de que lo único que tienen que hacer es ¡ACTUAR! - Señalo a Kan con un dedo en una especie de ataque de locura... o de cordura - Creen - dijo bajando su tono de voz - ¡quieren creer! que la vida es cuestión de suerte, que si hay una paloma que tiene más que ellas, que está más cerca de la comida... es simplemente porque tuvo más suerte al aterrizar... y no se dan cuenta, o no tienen el valor suficiente para dar un pequeño salto y ganarse ese puesto privilegiado... simplemente con unos pequeños pasos! - El anciano al fin se relajó y caminando lentamente volvió a sentarse en su mármol banco.
- Las que hacen eso, las que dan esos pequeños pasos consiguen todo aquello que ansían. - Y añadió muy serio, mirando fijamente a Kan como miraría a un hombre al que va ha revelar la última y más grande verdad que va ha conocer en su vida - No creas que las palomas que tienen mucha comida a su disposición son pocas porque sea difícil dar ese salto, o porque haya poca comida... son pocas porque la mayoría de las palomas no tienen el valor suficiente para acercarse a la comida...
Kan no dijo nada, estaba bien claro lo que el anciano le había dicho. La sabiduría de sus palabras era inmensa, por fin comprendía muchas cosas... no sólo de esa tarde, sino de toda su vida... mientras pensaba esto Kan se fijó en la paloma de su mano, se había quedado dormida justo encima de la comida, en ese momento despertó ligeramente, cogió un buen bocado de semillas, las tragó y volvió a dormirse.
- Y esa Paloma Kan - dijo tranquilamente el viejo - Esa paloma eres Tú! - El joven le miró asombrado - Si tú Kan, porque como tú esta paloma no se ha conformado con las migajas del suelo, tú has ido directamente a la fuente y te has quedado a vivir en ella. - El anciano se acomodó en su asiento - Si te acuerdas, al principio esta paloma estaba asustada como la que más, sin embargo vio que la recompensa por confiar en ti, por subirte a tu mano era enorme. ¡Esta es la paloma más feliz y rica de todo este palomar! - Dijo el anciano resaltando sus palabras con un gesto de sus brazos que abarcó todo el patio
- Después de arriesgarse vio que realmente estaba segura entre tus manos y se dispuso a comer tranquilamente. Incluso ahora, mientras las palomas del fondo pasan hambre... ella duerme tranquila, con la barriga llena y con mucha más comida a su disposición. - El anciano señaló a las palomas del fondo - las demás podrían hacer lo mismo, podrían volar hasta tus manos a comer y dormir tranquilas... tú incluso se lo ofreciste a algunas, fuiste detrás de ellas y ellas echaron a volar asustadas... ¿Acaso no tienen alas para volar a tus manos? ¿Acaso no tienen pico para comer? - El anciano sonrió - Lo que les falta es un corazón puro que les infunda el valor suficiente para batir sus alas y volar hasta tus manos.
Kan guardó silencio para meditar las palabras del anciano... eran ciertas, todas las palomas tenían las mismas oportunidades, la única diferencia estaba en cual era la paloma que tenía el valor para hacerlo. Igualmente todos los seres humanos contaban con las mismas oportunidades... la diferencia estaba en quienes eran cobardes y se escondías detrás de culpabilidades y "suertes"... y quienes eran valientes y hacían lo que tenían que hacer para alcanzar ese premio sublime.
- Aún más anciano - Exclamó el Joven Samurai entusiasmado - mira las palomas, algunas son blancas y otras grises, unas tienen más plumas y otras menos, unas tienen las patas enteras y a otras les ha comido algún dedo algún gato... sin embargo por ninguna de esas características externas podemos juzgar cuales de ellas se quedarán con hambre y cuales no, por ejemplo aquella bellísima paloma toda blanca - dijo señalando con su mano Izquierda, ya que en la derecha dormía la paloma-samurai - es un paloma preciosa, con unas alas que sin duda le facilitarían el volar rápida y presta hasta la comida, sin embargo se queda allá, alejada y muerta de hambre porque le falta valor. Y a esta de aquí le falta una pata, y eso no le impide comer.
Bellas y mutiladas, débiles y Fuertes están mezcladas... pero ninguna de estas características les hace alcanzar la comida, sino que es el valor y el coraje de su corazón lo que les impedirá morirse de hambre y comer!
- Exacto! Has entendido muy bien! Solo falta una cosa - El anciano miró fijamente al jóven - ¿Te acuerdas cuando te mandó que ofrecieras las semillas a las palomas del fondo? A las cobardes... ¿Qué ocurrió?
- Pues que huyeron, les parecería que debía de haber alguna trampa... y prefirieron quedarse con hambre a arriesgarse.
- Pues así actúan muchísimas personas querido Kan... ¡E incluso peor! Algunas a las que les ofreces en bandeja de oro las semillas del éxito... huirán, otras te insultarán, otras sospecharán de ti, otras te pondrán a prueba... ¿Por qué? Porque su corazón es débil y cobarde, no tienen un verdadero espíritu luchador. Y dime Kan... ¿Quieres personas así en tu ejército?
Kan despertó en ese momento a una realidad que no había visto hasta entonces, ésta no sólo era una simple lección sobre el corazón humano, la forma de comportarse de la gente y el cómo saber diferenciarlos, era también... ¡Un consejo de incalculable valor! Porque si aprovechaba bien los conocimientos que hoy había adquirido podría formar un ejército de personas verdaderamente valientes y audaces, podría desechar a todas las palomas cobardes y a las que viven en un mundo de sueños y falsas realidades para quedarse solamente con aquellas que realmente eran valientes y puras de corazón, las que venían ellas solar a comer las semillas del éxito y con aquellas únicas palomas que iban directamente a comer de la fuente.¡El suyo sería un ejército invencible!
- Claro que no quiero a cobardes en mi ejército! A partir de hoy dejaré de correr detrás de las palomas cobardes y daré las semillas únicamente a aquellas que tengan el valor de saber captar y aprovechar la oportunidad a la primera. ¡Porque únicamente esas son las que me interesan! ¡Sólo las valientes y decididas!
- Perfecto! – Contestó el anciano - Porque yo llevo toda mi vida intentando que las personas que son como aquellas palomas del fondo vuelen hasta la comida... ¿Y sabes lo que he conseguido? - preguntó al jóven - ¡NADA! Que huyan una y otra vez... créeme, por mucho tiempo que corras detrás de ellas no conseguirás nada. Y eso no es lo peor ¿Sabes que es lo peor?
- Si! - Contestó el jóven Samurai sorprendiendo al Sabio Anciano - Que cada segundo que pierdes con ello es un grano que le quitas de comer a una paloma que sí quiere comer de tus semillas.
- Exacto! - Contestó Gr'anSan - ¿Y sabes lo que voy ha hacer ahora? - El anciano miró con cara divertida al jóven - Voy dejar de perseguir palomas cobardes y me voy a poner con las manos abiertas a dar semillas a las palomas valientes, pues hoy he visto que es una tarea mucho más fácil y productiva. ¡Espera aquí un momento! - Y diciendo esto desapareció dentro de su vieja ermita.
Kan miró a su paloma y probó intentar colocarla en su hombro, milagrosamente la paloma encontró más agradable el hombro del jóven que su mano y decidió quedarse a dormir tranquilamente en el hombro del que ya consideraba su almacén personal de comida.
Al poco rato reapareció el anciano con un ligero saco y su vieja escoba, y echándose el primero encima de su hombro y tomando la segunda como si de una espada se tratara preguntó al jóven Samurai...
- Admitís ancianos de noventa años en tu campamento?
- ¡Si claro! ¿Deseas ser un Samurai?
- ¿Tendré que aprender a manejar la espada? ¿Es necesario que me levante al amanecer y me acueste cuando la luna está en su cenit? ¿Acaso he de aprender y enseñar todo lo que sé a cientos de personas?
- Si, si y Si! - Respondió automáticamente Kan.
- Pues entonces vamos... ¡Que estoy impaciente! - Y añadió mirando la paloma - Por cierto te llevas a tu paloma-samurai.
- Parece que sí, me ha tomado por un almacén de comida andante... - y acariciando el suave pecho de la paloma añadió - Me parece que esta paloma ya ha solucionado su vida para siempre!
El Viejo Sabio siempre salía de su ermita muy temprano, antes de salir el Sol. Su viejo cuerpo no le pedía demasiado descanso y seguía lleno de vitalidad, apenas dormía cuatro o cinco horas, despertaba rebosante de energía y salía a barrer el patio delantero de la ermita para que los feligreses encontrasen un lugar limpio y ordenado en el que pudieran ordenar pacíficamente su alma.
Sin embargo el primer caminante que pasaba delante de su lugar de paz no era un feligrés suyo.
Hacía varios mese que Gr'anSan venía observando a ese jovencito. Antes solía jugar con los chicos de su edad, pero desde hace unos meses su comportamiento había cambiado mucho... y eso le llamaba la atención al Viejo Sabio. Aunque lo que más le extrañaba no era que ya no se relacionase con niños de su edad y solo caminara junto a hombres mucho más mayores que él. Lo que más le extrañaba al Anciano clérigo era el brusco cambio que había sufrido su espíritu. Gr'anSan calculaba que en estos últimos meses, el joven Kan, había madurado el equivalente a 15 años. Y eso si que le llamaba la atención.
El Viejo Sabio posó la escoba contra una de las paredes de piedra que formaban su vieja ermita, y alzó la mano para llamar la atención del Joven Samurai.
- Joven! - Grito a Kan - ¿Donde vas tan temprano? A estas horas sólo los demonios y los santos andan por la calle. Los primeros retornan a las entrañas de la tierra a protegerse del abrasador Sol y los segundo bajan del cielo para proteger a los hombres de las calamidades y del Mal. - Y como haca todas las mañanas preguntó junto al Joven - ¿Tú que eres? ¿Santo o Demonio?
- Ninguna de las dos cosas – Replicó con una sonrisa Kan, todas las mañanas tenía la misma conversación con el anciano y todas las mañanas las palabras eran las mismas, se había convertido en un ritual diurno entre los dos - Solo soy un Joven Samurai que camina hasta los arrecifes para poder contemplar la belleza del amanecer y la suavidad del fluir de las Olas en el Mar.
- ¿Y porqué haces tal cosa en vez de alargar tu descanso como el resto de los mortales? – Preguntó el Viejo añadiendo una novedad a la conversación. Kan quedó sorprendido, ya había reemprendido el camino al considerar que la conversación había finalizado como tantos días atrás; tardó un segundo en organizar sus ideas antes de mirar fijamente a los ojos del anciano y responder...
- Porque mi espíritu guarda tal ansia por vivir la vida y por actuar que le es difícil mantenerse dormido más de unas pocas horas al día. Solo duermo lo suficiente para deshacerme del cansancio del día anterior y despertar cargado de nuevas energías. - Kan hizo una pausa para comprobar si el Anciano Clérigo comprendía lo que le decía, el Sabio conocedor del corazón y las almas de los hombres asintió y con un gesto de su mano invitó al Joven a continuar - Ver la belleza del amanecer renueva y dobla mis energías, pues hace renacer en mi espíritu la fé por las causas justas y las buenas acciones. Por otra parte el suave mecer de las olas calma mi espíritu y me ayuda a ordenar mis ideas y a organizar mentalmente mis tareas diarias de una forma más tranquila y eficiente.-
Violentamente el Viejo Sabio tomo su gastada escoba y agitándola en el aire replicó.
- ¿Entonces que haces perdiendo el tiempo con un Viejo Estúpido? Ve, Corre! Que este Viejo Tonto te ha entretenido y no quiero que por mi culpa te pierdas ni un momento tan sagrado de tu tiempo.
Kan, impulsivo por naturaleza, azorado de tal manera por el anciano echó a correr como alma que lleva el diablo hacia su lugar secreto.
- Y después, cuando retornes pases por aquí, pasa a ver a este Viejo Loco que quiere hablar contigo! - Grito Gr'anSan al jóven mientras corría.
Turbado por las palabras del jóven, el Sabio Clérigo delegó esa mañana las tareas clericales en su ayudante, un hombre de mediana edad que había sido aprendiz de Gr'anSan desde que era solo un niño. El viejo Sabio se retiró a su patio trasero desde donde vería llegar antes al Joven Samurai, y se entretuvo barriéndolo lentamente mientras dejaba que su mente viajara por los derroteros de la meditación.
Pocos momentos después de que los broncilíneos dedos de la Aurora dejaran de acariciar la ondulante superficie del mar, el Anciano Clérigo vio retornar tranquilamente a Kan por el camino del desfiladero. Su paso era tranquilo y seguro, su postura era erguida, denotaba firmeza... y sin embargo estaba exenta de presunción.
Una de sus manos acariciaba su barbilla, aquel mentón joven que todavía no era capaz de empezar siquiera a cubrir su cara con el vello de la madurez. Su otra mano se movía en el aire acompañando los pensamientos del jóven. Hubiera parecido un gran Sabio meditando sobe la importancia de la existencia del hombre sino fuera por que su joven piel y sus músculos aún sin formar delataban su extrema juventud. Gr'anSan estaba convencido de que dentro de ese cuerpo de niño residían el espíritu y la mente de un hombre Maduro, Sabio y Justo. Por eso quería asegurarse de que sus intenciones eran justas y de que sus actos serían los correctos. Pues en caso de que la injusticia rigiera sus actos aquel pequeño sería aún más temible que el peor de los demonios, pues si una cosa era segura era que ese niño un día cambiaría las vidas de millares de hombres... y él debía saber si sería para bien o para mal...
- ¿Cómo ha sido hoy el amanecer Joven Samurai?
- Precioso - respondió Kan resurgiendo de sus pensamientos - precioso... como siempre.
- Te he visto cruzar delante de mi ermita todos los días durante meses - dijo el Anciano Clérigo mientras invitaba con un gesto de su mano al jóven Kan a tomar a siento a su lado - Y en todos esos meses nunca has entrado a descargar tu alma de las malas acciones que hallas cometido.
Kan miró con los ojos abiertos de par en par al viejo clérigo como solo los niños saben hacer. ¿Realmente habían pasado meses? Le habían parecido solo unos pocos días... realmente el tiempo cada vez corría más rápido.
- Eh... - Kan no sabía que responder, al final miró al Viejo Sabio con una mirada que reflejaba su inocencia y su arrepentimiento - Lo siento - Dijo sencillamente.
- Eso está bien... pero no es suficiente. - El Anciano fijó sus ojos en Kan para escrutar atentamente su rostro y no perderse ni la más mínima reacción de su rostro - Dime entonces ahora cuales han sido tus malas acciones en todo este tiempo. Incluidos los malos pensamientos...
La voz del Anciano Clérigo era dulce y firme a la vez, sin embargo ni una sombra de miedo, ni la más mínima duda recorrió el rostro de Kan cuando respondió, casi automáticamente.
- No he cometido ninguna - Y la mirada sincera que se reflejó en sus ojos, junto con la inocente sonrisa, exenta totalmente de orgullo que se reflejó en su rostro convenció de la veracidad de sus palabras al Viejo Sabio... el cual quedó increiblemente impresionado por la simple afirmación del joven Kan.
El Anciano meditó un momento, era obvio que Kan era sincero, pero sin embargo era tan difícil... ¡Casi imposible!
- ¿No has causado mal a nadie? – Preguntó el anciano y el joven respondió negando efusivamente con la cabeza.
- ¿No has tomado nada que no te pertenecía? - Kan negó con una incrédula expresión en su rostro que reflejaba que, para él, eso era algo impensable.
- ¿Quizás has tenido pensamientos negativos sobre alguna persona? - Dijo el anciano mientras guiñaba un cómplice ojo a su interlocutor.
- No! ¿Debería haberlo hecho? - Replico Kan.
- ¡Por supuesto que no! ¡No digas tonterías! - Dijo perdiendo los nervios momentáneamente- Perdona... Es que como haya muchos como tú... Me quedo sin trabajo! - Y prorrompió en una enorme carcajada - Dime, tampoco has tenido pensamientos extraños sobre las mujeres...
- ¿Como qué? - respondió extrañado Kan.
- No, nada olvídalo - ¡Tampoco eso! Claro, era demasiado joven... físicamente solo era un niño, aunque su mente fuera la de un adulto.
- Kan, acércate y mira... - dijo el anciano mientras sacaba un paquete de semillas de entre su túnica blanca - Esta es mi distracción, tú miras el mar... yo doy de comer a las palomas - Diciendo esto arrojó un gran puñado de semillas delante de sí. Inmediatamente un estruendoso batir de alas llenó el aire, y unas pocas palomas al principio y después docenas de ellas bajaron desde el techo de la ermita hasta, literalmente, rodear al jóven y al anciano.
- Mira atentamente a esas palomas Kan, puesto que son iguales a los hombres.
El jóven Kan no sabía a qué se refería el anciano, las palomas eran pequeñas y grises, tenían pico y alas... además no sabían hablar y volaban... ¡Eran totalmente diferentes a los hombres! Sin embargo el Samurai sabía reconocer cuando un hombre sabio tenía ganas de hablar y dejó que la sabiduría del anciano fluyera por su boca como un dorado ríío que no encuentra ninguna resistencia a su paso, mientras riega los puros pastos que ha de alimentar.
- Si Kan, veo en tu cara que te extrañas... pero estas palomas, aún siendo totalmente distintas en su envoltura a nosotros... en su esencia son iguales. Igual que el agua que recorre el pozo y el cubo son la misma agua... el comportamiento de las palomas es igual al de los hombres.Míralas atentamente Kan, míralas y dime que es lo que ves.
- Veo a muchas palomas comiendo - Dijo sinceramente Kan.
- ¿Seguro? - Dijo el anciano - Mira mejor!
Kan reflexionó unos instantes y añadió.
- Bueno, realmente hay algunas palomas comiendo y muchas que no.
- Y... ¿Por qué esas últimas no están comiendo Kan? ¿Acaso no hay suficiente comida?
- Bueno... realmente si hay comida bastante, si se juntaran un poco más y se acercaran aquellas del fondo... podrían comer más del doble de las que realmente están comiendo.
- Y... ¿Porqué no se acercan? ¿Crees que no tienen hambre?
- Está muy claro que tienen hambre. Esa de ahí está flaquísima! - El Jóven Samurai las miró atentamente - Parece que esas del fondo tienen miedo, y por eso no se acercan.
- ¿Dices que tienen miedo? - El anciano sonrió y miró fijamente a Kan - Pues dices bien. Tienes toda la razón. Tienen miedo y por eso no se acercan. Y, ¿Porqué tienen miedo? ¿Les vas a hacer algo? ¿Planeas matarlas?
- ¿Yo? - Preguntó el Jóven Samurai - ¡Por supuesto que no!
- Bien, yo tampoco... y a mí me conocen desde siempre, pues yo ya estaba aquí mucho antes de que ellas nacieran - El Viejo Sabio señaló al Jóven Samurai y le dijo acusadoramente - Kan, la culpa de que no coman es tuya ¿No sientes remordimientos?
- La verdad es que eso es lo que estaba pensando - El joven Samurai se rascó la cabeza y al final desesperado preguntó - ¿Qué puedo hacer?
- Bueno, puedes intentar decirles que no pretendes hacerles caso e invitarles a que se acerquen a comer. - El viejo le invitó con un gesto de su mano a probar - ¡Inténtalo!
- Palomitas bonitas, palomitas bonitas - pronunció estúpidamente Kan con una vocecilla aguda y suavizada con intención – venid a comer, no quiero haceros daño, si no coméis moriréis de hambre, ¡Vamos venid!!
Las palomas miraron a Kan como si estuviera loco y se alejaron unos pasos más.- Nada, no me hacen caso! – Exclamó agobiado Kan ¡Realmente quería que las palomas comieran!
- Puedes probar acercarte con un puñado de comida en la mano... - dijo el viejo - quizás al ver tanta comida cojan confianza y se posen en tus manos a comer...
A Kan le pareció grata la idea, así que cogió dos puñados de comida y se acercó lentamente a las palomas mostrándoles la comida. Estas al ver caer algún grano de las manos de Kan hicieron amago de acercarse, pero al ver las manos llenas de semillas del joven Samurai mientras este se acercaba...
echaron a volar espantadas por la cercanía del muchacho hasta posarse en el techo de la vieja ermita.
- ¡No lo entiendo! - exclamó enfadado Kan - ¡Estas Palomas son tontas! ¿No se dan cuenta de que yo solo quiero su bien? Si pudiera hacer que entrasen en razón... ¿Pero que digo? – Exclamó dándose cuenta de un detalle - ¡Si son sólo palomas! ¡Son desconfiadas y cobardes por naturaleza...
- ¡IGUAL QUE LOS HUMANOS! - Exclamó de un grito el Sabio Clérigo cortando los razonamientos de Kan.
El jóven Samurai quedó paralizado al ver la sutil trampa que le había preparado el Anciano Clérigo, y en su mente empezó a brillar la llama del entendimiento... pero todavía solo eran unas pocas chispas dispersas que no eran capaces de alumbrar el complicado entramado de la argumentación del anciano.
- ¿Entiendes Kan?
- Todavía no estoy seguro ...me quieres decir que todos los hombres son cobardes por naturaleza?
- ¡Ni mucho menos! - El anciano palmeó el asiento de piedra - ven, vuelve a tu asiento y mira.- Kan así lo hizo... y después de un rato sin entender nada de lo que estaba viendo preguntó...
- ¿Qué estoy viendo anciano?
- ¡El comportamiento de los hombres querido niño!
- ¿Me lo puedes explicar clérigo? - La cara de Kan era una mueca torcida... como su cabeza, que estaba ladeada en un vano intento de entender mejor el misterio.
- ¡Mejor explícamelo tú! - EL joven Samurai le envió una mirada de misericordia - ¡Venga! ¡Descríbeme lo que ves!
- Bueno, veo muchas palomas a nuestro alrededor - empezó Kan resignado - unas pocas estáá muy lejos, mirando y alargando la cabeza, pero tienen miedo de nosotros y no se acercan. - Kan las señaló con un gesto - La mayoría está a una distancia de un par de brazas de nosotros...
- La distancia justa de seguridad - añadió el anciano y ante la mirada de extrañeza del joven agregó - Si estuvieran a una braza, podrías cogerlas con solo alargar el brazo. Estando a dos brazas, si haces un movimiento brusco para intentar cogerlas... ellas tendrán el tiempo justo para echar a volar y escapar - El anciano indicó con la mano a Kan que continuara su descripción.
- Pues estas palomas están picoteando unos cuantas semillas, aunque son pocas porque la mayoría está a nuestro alrededor - El jóven Samurai guardó silencio un segundo antes de añadir - es extraño que no se acerquen más, pues son muchas palomas para muy pocos granos.
- Exacto! Continúa por favor.
- Bueno, muy cercanas a nosotros - Kan estiró un brazo para demostrar sus palabras - dentro de la distancia de una braza están cerca de una docena de palomas... que se están poniendo moradas, pues se están comiendo la mayoría de los granos que echaste al suelo.
- Muy bien! Veo que sabes describir muy bien - El viejo señaló las manos del chico - Ahora extiende tus manos en forma de copa y dime lo que pasa.
El joven Kan, dándose cuenta de que todavía llevaba en las manos las semillas que antes había cogido, colocó coloco en forma de copa sus manos, igual que cuando bebía de un río... y esperó . Unas pocas semillas cayeron de sus manos, pero al momento una paloma enorme y preciosa se posó en el borde de sus manos y se puso a comer de la gran cantidad de semillas que Kan tenía entre sus manos. Era obvio que esta era la paloma más feliz de todas, pues después de echarle un par de miradas de advertencia al joven se puso a comer como una loca, con una gran ansia y una gran alegría. Kan la observaba con la boca abierta y sin mover un solo músculo, casi apenas respiraba de la emoción que sentía al tener al bello pájaro entre sus manos.
Era lo que antes había deseado con las otras palomas asustadizas... al ver que estaba segura en las manos del jóven humano, la paloma relajó sus plumas, retrajo una pata y se dispuso a comer esta vez de una forma más calmada y relajada... aunque con grandes bocados cada vez. Si la Palomas hubiera tenido boca en vez de Pico, Kan habría jurado que la paloma le sonreía.
- Bien jovencito - dijo el Anciano Clérigo sacando al Joven Samurai de su ensoñación - estoy esperando a que me lo acabes de describir.
- Eh... - exclamo Kan buscando las palabras adecuadas - Una paloma está sobre mis manos comiendo absolutamente todas las semillas que quiere... al principio tenía miedo, pero ahora ha visto que no tiene nada que temer de mí y come confiada y tranquila.
- ¿Has entendido ya lo que te quiero decir?
- Aun no Clérigo - Dijo el joven ruborizándose - creo que voy viendo alguno de los matices del tapiz, pero aún no soy capaz de admirar toda su belleza.
- Bien, te ayudaré - dijo sonriendo el Sabio Clérigo, en realidad le gustaba resaltar ante los demás que era el más grande conocedor del corazón de los hombres - Las palomas que ves al fondo son infelices y pasan hambre, tienen la comida a su alcance, solo tienen que volar hasta aquí, cerca de nosotros y cogerla... pero su miedo les impide hacerlo. Temen que les hagamos algún daño. - El anciano hizo una pausa y miró al joven, en su rostro se empezaba a iluminar la llama del entendimiento - Realmente esas palomas son tan capaces de coger las semillas y comer como las demás, pero sus miedos les impiden alcanzar la comida...
- Los fantasmas del miedo y del fracaso los detienen - Murmuró Kan entre dientes.
- Perdona ¿Qué decías? – Preguntó el anciano - Mis oídos no son lo que eran...
- Nada, nada. Por favor continuar.
- Bueno, pues decía que son tan capaces de alcanzar la comida y de comer como las demás, pero que su miedo les impide alcanzar la comida cuando...¡Simplemente tienen que hacerlo! - El anciano miró fijamente y con seriedad al joven.
- Esto le pasa a muchos hombres, solo han de actuar, de hacer las cosas, de luchar por ellas para alcanzarlas y cogerlas... y no lo hacen por miedo a fracasar. Estas palomas que hay más cerca - Continuó el Sabio cambiando de tono y señalándolas - como puedes ver, y tu mismo has dicho, son la mayoría. Se conforman con unos pocos granos seguros, aunque saben que no hay bastantes para todas. La mayoría de ellas se quedará con hambre, y cada día las la veras un poco más flacuchas . Unos días tendrán suerte y comerán un poco más, otros días tendrán menos suerte y comerán un poco menos... sin embargo la mayoría de las veces sólo tendrán la comida justa para sobrevivir... Realmente solo tienen que dar un pasito más, acercarse a la comida... ¡Y tendrán toda la comida que quieran! - El anciano se encogió de hombros - sin embargo prefieren estar allá, a dos brazas de nosotros porque se sienten seguras... y esa falsa seguridad las condena... porque ¿Cómo pueden sentirse seguras si en el fondo de sí saben que no hay comida para todas? - El anciano guardó una pausa antes de continuar - Muchas personas son así, se agarran a una falsa seguridad y viven infelices y preocupadas, engañándose a sí mismas y haciéndose pensar que son felices cuando en realidad... temen que no les llegue la comida para sobrevivir.
Kan estaba con la boca abierta, las palabras del anciano eran la sabiduría más pura que nunca había oído... solo estaba describiendo el comportamiento de unas simples palomas... y estaba descubriendo el corazón humano a sangre viva... El joven Samurai cerró su boca con la mano izquierda e intentó mantener la compostura para asimilar mejor las palabras del Sabio Clérigo.
- Estas otras palomas que están a nuestro alrededor son afortunadas! ¿No crees? - La pregunta era retórica, así que no esperó a que el jóven le diera contestación
- ¡POR SUPUESTO QUE NO! Estas palomas simplemente han hecho lo que las demás no se han atrevido ha hacer... ¡Acercarse hasta nosotros y comer! - El anciano esperó un momento a que la sabiduría impresa en sus simples palabras hiciera mella en Kan
- Lo único que han hecho es arriesgarse a venir hasta nosotros... y comer. Nosotros no queríamos hacerles daño ¡Por eso les dimos la comida! - El Viejo Sabio miró a los ojos a su jóven pupilo - Y como confiaron, se arriesgaron... y lo hicieron... ellas dormirán esta noche con la barriga bien llena! Mientras que las demás sienten envidia de ellas y piensan que son afortunadas... - Gr'anSan se rió de si mismo - Dirás que son paparruchadas de un viejo, dirás que son solo palomas... - El Sabio Anciano fijó su mirada en el atento joven - ¿Pero cuantas personas duermen sintiendo envidia por los más "afortunados"? ¿Cuántos seres humanos achacan a la "fortuna" que otros tengan más que ellos? ¡MILLONES! - El anciano hizo batir su blanca túnica espantando a algunas de las palomas más cercanas - y ¿Por qué ? Simplemente porque no han tenido agallas para hacer lo que debían hacer, porque no TIENEN valor para afrontar sus miedos y ¡ACTUAR! - El anciano andaba entre las palomas entusiasmado - ¡No se dan cuenta! No se dan cuenta de que lo único que tienen que hacer es ¡ACTUAR! - Señalo a Kan con un dedo en una especie de ataque de locura... o de cordura - Creen - dijo bajando su tono de voz - ¡quieren creer! que la vida es cuestión de suerte, que si hay una paloma que tiene más que ellas, que está más cerca de la comida... es simplemente porque tuvo más suerte al aterrizar... y no se dan cuenta, o no tienen el valor suficiente para dar un pequeño salto y ganarse ese puesto privilegiado... simplemente con unos pequeños pasos! - El anciano al fin se relajó y caminando lentamente volvió a sentarse en su mármol banco.
- Las que hacen eso, las que dan esos pequeños pasos consiguen todo aquello que ansían. - Y añadió muy serio, mirando fijamente a Kan como miraría a un hombre al que va ha revelar la última y más grande verdad que va ha conocer en su vida - No creas que las palomas que tienen mucha comida a su disposición son pocas porque sea difícil dar ese salto, o porque haya poca comida... son pocas porque la mayoría de las palomas no tienen el valor suficiente para acercarse a la comida...
Kan no dijo nada, estaba bien claro lo que el anciano le había dicho. La sabiduría de sus palabras era inmensa, por fin comprendía muchas cosas... no sólo de esa tarde, sino de toda su vida... mientras pensaba esto Kan se fijó en la paloma de su mano, se había quedado dormida justo encima de la comida, en ese momento despertó ligeramente, cogió un buen bocado de semillas, las tragó y volvió a dormirse.
- Y esa Paloma Kan - dijo tranquilamente el viejo - Esa paloma eres Tú! - El joven le miró asombrado - Si tú Kan, porque como tú esta paloma no se ha conformado con las migajas del suelo, tú has ido directamente a la fuente y te has quedado a vivir en ella. - El anciano se acomodó en su asiento - Si te acuerdas, al principio esta paloma estaba asustada como la que más, sin embargo vio que la recompensa por confiar en ti, por subirte a tu mano era enorme. ¡Esta es la paloma más feliz y rica de todo este palomar! - Dijo el anciano resaltando sus palabras con un gesto de sus brazos que abarcó todo el patio
- Después de arriesgarse vio que realmente estaba segura entre tus manos y se dispuso a comer tranquilamente. Incluso ahora, mientras las palomas del fondo pasan hambre... ella duerme tranquila, con la barriga llena y con mucha más comida a su disposición. - El anciano señaló a las palomas del fondo - las demás podrían hacer lo mismo, podrían volar hasta tus manos a comer y dormir tranquilas... tú incluso se lo ofreciste a algunas, fuiste detrás de ellas y ellas echaron a volar asustadas... ¿Acaso no tienen alas para volar a tus manos? ¿Acaso no tienen pico para comer? - El anciano sonrió - Lo que les falta es un corazón puro que les infunda el valor suficiente para batir sus alas y volar hasta tus manos.
Kan guardó silencio para meditar las palabras del anciano... eran ciertas, todas las palomas tenían las mismas oportunidades, la única diferencia estaba en cual era la paloma que tenía el valor para hacerlo. Igualmente todos los seres humanos contaban con las mismas oportunidades... la diferencia estaba en quienes eran cobardes y se escondías detrás de culpabilidades y "suertes"... y quienes eran valientes y hacían lo que tenían que hacer para alcanzar ese premio sublime.
- Aún más anciano - Exclamó el Joven Samurai entusiasmado - mira las palomas, algunas son blancas y otras grises, unas tienen más plumas y otras menos, unas tienen las patas enteras y a otras les ha comido algún dedo algún gato... sin embargo por ninguna de esas características externas podemos juzgar cuales de ellas se quedarán con hambre y cuales no, por ejemplo aquella bellísima paloma toda blanca - dijo señalando con su mano Izquierda, ya que en la derecha dormía la paloma-samurai - es un paloma preciosa, con unas alas que sin duda le facilitarían el volar rápida y presta hasta la comida, sin embargo se queda allá, alejada y muerta de hambre porque le falta valor. Y a esta de aquí le falta una pata, y eso no le impide comer.
Bellas y mutiladas, débiles y Fuertes están mezcladas... pero ninguna de estas características les hace alcanzar la comida, sino que es el valor y el coraje de su corazón lo que les impedirá morirse de hambre y comer!
- Exacto! Has entendido muy bien! Solo falta una cosa - El anciano miró fijamente al jóven - ¿Te acuerdas cuando te mandó que ofrecieras las semillas a las palomas del fondo? A las cobardes... ¿Qué ocurrió?
- Pues que huyeron, les parecería que debía de haber alguna trampa... y prefirieron quedarse con hambre a arriesgarse.
- Pues así actúan muchísimas personas querido Kan... ¡E incluso peor! Algunas a las que les ofreces en bandeja de oro las semillas del éxito... huirán, otras te insultarán, otras sospecharán de ti, otras te pondrán a prueba... ¿Por qué? Porque su corazón es débil y cobarde, no tienen un verdadero espíritu luchador. Y dime Kan... ¿Quieres personas así en tu ejército?
Kan despertó en ese momento a una realidad que no había visto hasta entonces, ésta no sólo era una simple lección sobre el corazón humano, la forma de comportarse de la gente y el cómo saber diferenciarlos, era también... ¡Un consejo de incalculable valor! Porque si aprovechaba bien los conocimientos que hoy había adquirido podría formar un ejército de personas verdaderamente valientes y audaces, podría desechar a todas las palomas cobardes y a las que viven en un mundo de sueños y falsas realidades para quedarse solamente con aquellas que realmente eran valientes y puras de corazón, las que venían ellas solar a comer las semillas del éxito y con aquellas únicas palomas que iban directamente a comer de la fuente.¡El suyo sería un ejército invencible!
- Claro que no quiero a cobardes en mi ejército! A partir de hoy dejaré de correr detrás de las palomas cobardes y daré las semillas únicamente a aquellas que tengan el valor de saber captar y aprovechar la oportunidad a la primera. ¡Porque únicamente esas son las que me interesan! ¡Sólo las valientes y decididas!
- Perfecto! – Contestó el anciano - Porque yo llevo toda mi vida intentando que las personas que son como aquellas palomas del fondo vuelen hasta la comida... ¿Y sabes lo que he conseguido? - preguntó al jóven - ¡NADA! Que huyan una y otra vez... créeme, por mucho tiempo que corras detrás de ellas no conseguirás nada. Y eso no es lo peor ¿Sabes que es lo peor?
- Si! - Contestó el jóven Samurai sorprendiendo al Sabio Anciano - Que cada segundo que pierdes con ello es un grano que le quitas de comer a una paloma que sí quiere comer de tus semillas.
- Exacto! - Contestó Gr'anSan - ¿Y sabes lo que voy ha hacer ahora? - El anciano miró con cara divertida al jóven - Voy dejar de perseguir palomas cobardes y me voy a poner con las manos abiertas a dar semillas a las palomas valientes, pues hoy he visto que es una tarea mucho más fácil y productiva. ¡Espera aquí un momento! - Y diciendo esto desapareció dentro de su vieja ermita.
Kan miró a su paloma y probó intentar colocarla en su hombro, milagrosamente la paloma encontró más agradable el hombro del jóven que su mano y decidió quedarse a dormir tranquilamente en el hombro del que ya consideraba su almacén personal de comida.
Al poco rato reapareció el anciano con un ligero saco y su vieja escoba, y echándose el primero encima de su hombro y tomando la segunda como si de una espada se tratara preguntó al jóven Samurai...
- Admitís ancianos de noventa años en tu campamento?
- ¡Si claro! ¿Deseas ser un Samurai?
- ¿Tendré que aprender a manejar la espada? ¿Es necesario que me levante al amanecer y me acueste cuando la luna está en su cenit? ¿Acaso he de aprender y enseñar todo lo que sé a cientos de personas?
- Si, si y Si! - Respondió automáticamente Kan.
- Pues entonces vamos... ¡Que estoy impaciente! - Y añadió mirando la paloma - Por cierto te llevas a tu paloma-samurai.
- Parece que sí, me ha tomado por un almacén de comida andante... - y acariciando el suave pecho de la paloma añadió - Me parece que esta paloma ya ha solucionado su vida para siempre!
Cualquier otro nombre:
El aprendiz de samurai
martes, 30 de agosto de 2011
lunes, 29 de agosto de 2011
Cosas relevantes del mundo de Rokugan.
Así pues ante la petición de varios amigos, iré colgando ayudas y otra serie de materiales relacionados con l5r para pdoer ayudar a la gente a entender ese complejo mundo que puede resultar el Imperio esmeralda, espero guste y guié a buen puerto. Y ante cualquier duda, no dudeis en preguntar, que intentare responder a todo lo que pueda.
El material colgado fue sacado del Templo de Hecate en su momento, no se quien lo colgó, pero agradezco enormemente el aporte realizado por estos anexos acerca de la conducta y manera de ver el mundo de Rokugan para L5r.
__________________________________________________________
Cultura de Rokugan I: Actitud
La sociedad de Rokugan es tremendamente educada, y está concisamente dividida en tres estratos; tus iguales, tus superiores y tus inferiores. Los iguales deben ser tratados educadamente, pero no en exceso, a menos que, por supuesto, estés intentando ganarte su favor.
Ser tratado como un igual por alguien que en realidad es tu superior es un gran honor -e incluso entonces, debes continuar dirigiéndote a él de forma respetuosa, al menos en público. Incluso si tu señor u oficial superior es también tu mejor amigo, tratarlo como un igual frente a otros provocará que pierda prestigio, y que tú seas considerado un maleducado y un zafio. Inclinarse en el gesto habitual de bienvenida y saludo. Los inferiores se inclinan más profundamente y durante más tiempo que los superiores. La forma más formal de inclinación – usada principalmente en la corte o cuando se es convocado ante la presencia de tu señor – es arrodillarse y tocar el suelo con la frente. Un samurai también puede postrarse de este modo cuando realiza una disculpa formal, para mostrar la profundidad de su vergüenza y respeto por aquel a quien a ofendido.
Mostrar emociones extremas en público está mal visto, igual que hacer cualquier tipo de ruido fuerte; las paredes están hechas de papel, por lo que aunque estés en tu propia casa, es seguro que molestarás a alguien. Además, los despliegues emocionales son contrarios a los ideales estoicos del bushido. Los niños y los que no son bushi tienen más manga ancha en esto, pero no demasiada. La única excepción es cuando te estás disculpando. En esa situación se considera educado llorar, rasgar tu ropa y mesarte los cabellos y hacer un gran despliegue de vergüenza y aflicción.
Hay tres formas educadas de dirigirse a alguien que se utilizan comúnmente en Rokugan. Un igual o inferior con quien deseas ser educado es nombrado como (apellido)-san o (nombre)-san si hay diversas personas de la misma familia presentes. Para un superior el patrón es el mismo excepto que el sufijo es –sama. Finalmente, un daimyo puede ser tratado también como “tono” (“señor”), o utilizando el sufijo –dono tras su apellido. Cuando se tiene una audiencia con una persona importante, habrá guardias presentes; esto no indica necesariamente falta de confianza, sino simplemente precaución y preservación del prestigio.
Sólo los miembros familiares más próximos y los hatamoto tienen el privilegio de ver al señor siempre que lo desean. Y a menos que tu daimyo confíe en ti totalmente, hablar con él en privado está fuera de tus posibilidades. Si el consejero traicionero al que estás intentando derrocar está situado a su derecha cada vez que hablas con él tendrás que aprender a vivir con ello.
También es habitual utilizar el término "sensei" como sufijo cuando hablas con tu maestro. Algunos sufijos familiares son "-kun" (usado habitualmente con los niños) y "-chan" (para las niñas). En ocasiones excepcionales, por una intimidad más propia del lecho que de la vida pública, te puedes dirigir a una mujer usando el sufijo "-chan". Sin embargo, usar estos sufijos "familiares" con alguien de fuera de la familia, puede suponer un gravísimo insulto y degenerar en un duelo o una venganza...
Los rokuganeses están orientados hacia el grupo, el individualismo no tiene lugar en su sociedad. Pertenecer a un grupo social, sea un clan, una familia, una unidad, un pueblo o sólo una banda de ronin que se han aliado, es necesario para el bienestar del individuo además de para la supervivencia. Una persona que es expulsada del orden social será compadecida; alguien que voluntariamente abandona la sociedad, o ignora las convenciones sociales, seguramente inspirará curiosidad y repulsión. Ten en cuenta que convertirse en ronin o afeitarse la cabeza y unirse a un monasterior, no constituye necesariamente un “abandono”.
Hacer regalos es una parte integral de la sociedad. Es importante asegurarse de que el regalo sea adecuado para el receptor, hacer un regalo que claramente no se ha pensado es un insulto. Al igual que lo es regalar algo que está más allá de la capacidad de corresponder del receptor, dado que lo deja en deuda contigo. Un regalo debe ofrecerse tres veces, y rechazarse educadamente las dos primeras para dar la oportunidad a quien lo hace de demostrar su sinceridad.
La honestidad no siempre es una virtud en Rokugan; mientras que el bushido predica la sinceridad total, se espera que un samurai mienta para proteger a su familia, su señor o su honor. Así, el mayor don que un rokuganes puede tener es su capacidad para parecer totalmente honesto incluso cuando miente.
El bushi NO es lo mismo que la caballería occidental. Tratar a tu enemigo con honorabilidad no es necesariamente lo mismo que darle una “oportunidad”. La mayoría de los samurai reconoce el sabotaje, el sigilo y la traición como parte integral de la estrategia; después de todo, si puedes cortar los suministros de tu enemigo, atacarle desprevenido o romper sus comunicaciones, estarás mucho más cerca de obtener la victoria para tu señor. Por otro lado, muy pocos samurai alardean de tales tácticas. Es por ello que los Escorpión son tan ultrajados; no sólo lo hacen sino que más o menos abiertamente admiten ganar mediante la perfidia, pero utilizan tácticas similares incluso en los “campos de batalla” más gentiles de la corte.
Cultura de Rokugan II: Vestir
Las ropas campesinas están hechas de algodón o lino, mientras que los samurai usualmente visten de seda; aparte de esto hay escasa diferencia en el guardarropa básico rokuganes. Los hombres llevan un fundoshi, un taparrabos que se enrolla alrededor del estómago y pasa entre las piernas, bajo el kimono, el kimono de las mujeres es más largo, usualmente se lleva junto a una camisola interior. El lado izquierdo del kimono se pasa sobre el derecho – NUNCA al revés . Al contrario es la forma en que se viste a los muertos. El kimono se cierra con un obi.
Aunque normalmente los campesinos se quedan en el kimono y quizá polainas o pantalones de algodón si el tiempo es frío, los samurai llevan también toda una variedad de prendas exteriores. Los samurai varones normalmente llevan un kamishimo, que es una combinación de hakama (pantalones anchos normalmente asegurados con polainas por debajo de la rodilla, para facilitar el movimiento) y kataginu , un chaleco sin mangas abierto. Alternativamente se puede llevar un haori (una chaqueta de manga corta que resalta los hombros) con el hakama. En circunstancias más formales, los samurai de alto rango visten kariginu, una chaqueta larga con un cuello redondo elevado y grandes mangas, que se llevan bien dobladas o bien enrolladas en la hakama. Los eboshi (capas de tela), sombreros o bandas para la cabeza (hachimaki) son comunes.
Las mujeres de alto rango llevan diversas capas de kimonos – normalmente al menos dos, y a menudo un kimono exterior suelto, que se lleva como una chaqueta. El vestido de corte es una versión aún más elaborada de lo mismo – durante algunos periodos, la moda ha exigido que una dama lleve no menos que doce capas de kimonos. El cuello del kimono de una mujer puede alterarse en un elaborado cuello alto, o aplanarse para mostrar una insinuación de hombro o pecho si la dama quiere ser atrevida . (Por supuesto las prendas de ciertas damas Escorpión hacen más que insinuar...) Las mangas son típicamente más largas que las de un hombre. Las onamusha (samurai-ko) llevan ropa de hombre en el campo de batalla y a menudo también en otras ocasiones, pero hay algunas (principalmente entre los Grulla y los Fénix) que llevan vestimentas más tradicionales en
ocasiones formales.
El mon de la familia y el clan del individuo están incorporados en el diseño de la mayoría de las ropas, sea como diseño repetido o bordado en la espalda, pecho o mangas.
El calzado para los viajeros y las clases bajas es el wraji, sandalias de paja. Los samurai a menudo llevan zori (sandalias con correas de cuero). Las sandalias se calzan con con tabi (calcetines con separaciones para los dedos). Los geta, zuecos altos de madera se llevan con mal tiempo para mantener los pies lejos del barro. En tales ocasiones, uno también puede usar un paraguas de papel o un impermeable de paja para evitar mojarse.
Los rokuganeses usualmente no llevan joyería al estilo occidental, cosas como anillos y brazaletes. (Los Unicornio lo hacen a veces, pero no ha acabado de cuajar) En vez de ello llevan netsuke ornamentales (fijadores tallados que se deslizan en el obi) y las mujeres samurai utilizan peinetas o alfileres para sostener sus elaborados peinados.
Los campesinos normalmente llevan colores pardos, dado que no pueden permitirse los tintes brillantes. Para los samurai la ropa formal es casi siempre de los colores del clan. Por otro lado, los niños pueden llevar ropa brillantemente colorida con elaborados diseños, mientras que la ropa de las personas mayores es más oscura, de colores menos brillantes. El blanco es el color de la muerte y el rojo el color del nacimiento; durante la ceremonia de boda, la novia lleva ropas blancas que se quita gradualmente para revelar un ropaje interior rojo. Esto simboliza la muerte para su propia familia y su renacimiento en la de su esposo.
Cultura de Rokugan III: Peinado y maquillaje
Los samurai varones llevan el cabello largo y atado alto en diversos estilos. Aunque es popular el estilo clásico, en que se afeita la corona de la cabeza y el resto del cabello se aceita en una cola que se dobla hacia delante sobre la coronilla, hay una amplia variedad de otros peinados. La versión más simple es atar el cabello en una cola en la parte trasera de la cabeza. Alternativamente, el cabello se rodea con una cinta, como un pincel; con este estilo la coronilla puede afeitarse o no.
Muchos Grulla tiñen su cabello de blanco, en recuerdo del primer Daidoji, mientras que algunos León se tiñen de dorado. Los Dragón frecuentemente se afeitan totalmente la cabeza, al estilo de los monjes, y a veces decoran sus calvas con tatuajes.
Las mujeres samurai (y las geisha) llevan el cabello MUY largo, bien atado en una cola o recogido en elaboradas trenzas y bucles, fijados con peinetas y alfileres. Muchas damas (y todas las geisha) también llevan mucho maquillaje, principalmente pólvoras y colorete. Se aprecia la piel pálida y ni siquiera las mujeres campesinas exponen jamás su rostro al sol si pueden evitarlo.
Cultura de Rokugan IV: Comida
El arroz es el principal producto de la dieta base de Rokugan; es rara la comida que no contiene arroz en alguna forma. Además, hay muchos tipos diferentes de fideos, judías, patatas dulces, castañas, algas marinas, encurtidos (las verduras casi nunca se comen crudas), fruta, huevos, pescado y marisco. Debido a que los impuestos se pagan en arroz, las clases bajas a menudo comen mijo u otras gramíneas en vez de ello.
Sólo los Unicornio comen carne roja regularmente, la fe del Shintao, que prohibe tales actividades no era universal en Rokugan cuando partieron , y muchos Unicornio de la actualidad aún siguen las formas “impuras” de sus ancestros a este respecto. Los samurai de todos los clanes siguen amando la caza, no obstante, y la carne de ave es una agradable añadido al menú. Algunos incluso cazan jabalíes o venados, aunque no necesariamente se comen la presa ellos mismos.
El sake se presenta en docenas de diferentes variedades y puede servirse caliente o frío dependiendo del tipo. Se bebe en pequeñas copas anchas, un sirviente o compañero de comida sirve las bebidas. Sólo un bárbaro bebería directamente de la botella. Hay también diversos tipos de licores, shochu (como el sake, pero mucho más fuerte) y uishi, un brebaje gaijin destilado por los Unicornio.
Una comida habitual consiste en un bol de arroz, sopa, algunas verduras hervidas o encurtidas y pescado. No hay salas de banquetes como tales; la comida se sirve en cualquier habitación que se adecúe al propósito. Cada comensal tiene su propia mesa pequeña, y en vez de una gran bandeja o bol, hay uno pequeño para cada plato. La sopa se bebe del bol. Se considera que trae MUY mala suerte clavar los palillos en tu plato de arroz – eso es lo que se hace cuando ofreces arroz a los espíritus de los muertos. Tampoco debes coger la comida con los palillos y pasársela a otro; así es como se manejan los huesos de los muertos tras la cremación.
Cultura de Rokugan V: Casas
Todas las casas rokuganesas tienen ciertos rasgos comunes. Primero, están construidas para ser frías en los cálidos meses de verano, en vez de para ser cálidas en invierno. Segundo, están construidas con materiales sencillos – madera, paja o azulejos de barro, y papel. Aunque esto las hace muy vulnerables al fuego, son fáciles de reparar o reconstruir en caso de terremotos u otros desastres.
El hogar típico de un samurai consiste en varios edificios de una sola habitación rodeando a un pequeño jardín o patio. Una casa es básicamente un techado de paja o tejas sostenido por pilares de madera situados a espacios regulares. Las habitaciones tienen techos y suelos elevados de bambú o madera y están cubiertos de tatami (esteras tejidas de paja). Otros edificios, como la cocina, la despensa y los almacenes, tienen suelos de tierra apisonada. Se considera terriblemente grosero llevar sandalias dentro de la vivienda.
Las paredes exteriores están hechas de paneles de shoji (marcos corredizos de madera cubiertos de papel de arroz translúcido) mientras que las paredes interiores están hechas de fusuma (básicamente lo mismo que el shoji pero con papel en ambos lados). La casas está rodeada por la engawa (un pórtico elevado) que a su vez está rodeado por contraventanas de madera. Cuando hace mal tiempo mantienen el calor y protegen el shoji , convirtiéndo el engawa en un corredor cerrado alrededor del exterior de la casa; cuando el tiempo es cálido y húmedo, por otro lado, tanto las contraventanas como el shoji pueden descorrerse, abriendo de forma efectiva una pared entera para dejar entrar el aire y la luz del sol en la casa.
Dentro de la casa hay una sala de recepciones que alberga el tokonoma – una alcoba en la que se guardan los tesoros de la familia junto a un tapiz que se cambia según la estación. Esta habitación también contiene un pequeño altar dedicado a los ancestros. Otras habitaciones pueden utilizarse para lo que sea necesario. El hogar está escasamente amueblado con mesas, cojines, y cofres, algunos de los cuales se utilizan para guardar futones (colchones), colchas y almohadas durante el día. Se usan braseros para calentar durante el invierno. Una cámara de audiencias formal contiene un estrado elevado para que se siente el señor, y posiblemente biombos por si alguien desea una conversación “privada”.
El hogar de un campesino normalmente es un único edificio mayor. Pocos heimin pueden permitirse azulejos, suelos elevados, o paredes de papel; en vez de ello las paredes son de madera, o argamasa sobre bambú. En vez de braseros hay un irori (agujero para el fuego) que se utiliza para calentar y cocinar. Los campesinos que viven en las ciudades normalmente tienen casas alineadas, el precio depende de su anchura, dado que el acceso a la calle es de vital importancia. Las tiendas y almacenes se sitúan en la parte del edificio que da a la calle, mientras que la parte interior sirve como vivienda.
Cultura de Rokugan VI: Castillos
Los castillos rokuganeses se construyen habitualmente sobre una colina con vistas a una llanura, una localización buena apra la defensa mientras sigue siendo relativamente fácil procurarse suministros y controlar los caminos y vías fluviales del área. El castillo normalmente está rodeado por un pueblo grande, que igual que todos los pueblos rokuganeses, está dividido en distritos; hay un área separada para los mercaderes, los artesanos, los campesinos y así. Los eta tienen un pueblo separado un poco más lejos de la ciudad propiamente dicha. Los samurai viven más cerca del castillo, a veces en el anillo externo de fosos y murallas que conforman la primera línea de defensa.
Dentro de estas fortificaciones, el castillo en sí está construido sobre unos grandes cimientos de piedra, a menudo de dos o tres plantas de alto. Dentro de este gran bloque de piedra están las mazmorras del castillo, los almacenes y similares. Todos los pasajes hasta la cima de los cimientos son estrechos, permitiendo el paso de sólo dos o tres personas a la vez, y vigilados por casas de guardia y torres de vigilancia. Sobre ellos, hay una o más estructuras de madera y argamasa, con paredes interiores de piedra necesarias para soportar el peso, que alcanzan alturas de hasta seis o siete plantas en total. Son los cuarteles, para los miembros de la guarnición que son solteros (a los casados se les proporcionan casas en el pueblo), las estancias privadas del señor y su familia, salas de audiencias, habitaciones de invitados, y similares. A diferencia de un castillo occidental, la torre
principal no es la residencia del señor; es simplemente la última línea de defensa.
El castillo está destinado para servir no sólo como fortificación, sino como despliegue de poder y riqueza. Así, se hacen grandes esfuerzos para hacerlo imponente y agradable a la vista además de funcional. Elaborados aguilones, jardines ornamentales y estatuas son rasgos comunes, al menos entre los clanes más orientados hacia la estética; los León consideran la decoración de cualquier tipo estéril, mientras que los Cangrejo tienden a utilizar calaveras de oni y “objetos aleccionadores” similares.
El castillo de un daimyo de familia o clan es normalmente mucho mayor que lo descrito arriba, a menudo incorpora diversos niveles de cimientos, enormes patios y jardines, complejos de templos y similares.
Las maquinas de asedio son prácticamente desconocidas en Rokugan; los Kaiu son los únicos con el conocimiento técnico o el interés para construirlas, y su principal preocupación es mantener levantadas las fortificaciones, y no derribarlas. Por tanto, la única manera de tomar un castillo es bien invadirlo en un rápido asalto o asediarlo hasta que los defensores se ven obligados a rendirse.
El material colgado fue sacado del Templo de Hecate en su momento, no se quien lo colgó, pero agradezco enormemente el aporte realizado por estos anexos acerca de la conducta y manera de ver el mundo de Rokugan para L5r.
__________________________________________________________
Cultura de Rokugan I: Actitud
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgLDDsDCsSgyYI_7IYcCAoScgyikHabPvTI6BlGDbGUtKwpbjayH0X1mkfKdFImMIOmvCPScG9RV2z8rp-TX2aid8N3-VtjQTgWo3YI3ufIC24wQo7ndBJ5StvvqFlJ27QiqgISjKRH0QKB/s320/images.jpg)
La sociedad de Rokugan es tremendamente educada, y está concisamente dividida en tres estratos; tus iguales, tus superiores y tus inferiores. Los iguales deben ser tratados educadamente, pero no en exceso, a menos que, por supuesto, estés intentando ganarte su favor.
Ser tratado como un igual por alguien que en realidad es tu superior es un gran honor -e incluso entonces, debes continuar dirigiéndote a él de forma respetuosa, al menos en público. Incluso si tu señor u oficial superior es también tu mejor amigo, tratarlo como un igual frente a otros provocará que pierda prestigio, y que tú seas considerado un maleducado y un zafio. Inclinarse en el gesto habitual de bienvenida y saludo. Los inferiores se inclinan más profundamente y durante más tiempo que los superiores. La forma más formal de inclinación – usada principalmente en la corte o cuando se es convocado ante la presencia de tu señor – es arrodillarse y tocar el suelo con la frente. Un samurai también puede postrarse de este modo cuando realiza una disculpa formal, para mostrar la profundidad de su vergüenza y respeto por aquel a quien a ofendido.
Mostrar emociones extremas en público está mal visto, igual que hacer cualquier tipo de ruido fuerte; las paredes están hechas de papel, por lo que aunque estés en tu propia casa, es seguro que molestarás a alguien. Además, los despliegues emocionales son contrarios a los ideales estoicos del bushido. Los niños y los que no son bushi tienen más manga ancha en esto, pero no demasiada. La única excepción es cuando te estás disculpando. En esa situación se considera educado llorar, rasgar tu ropa y mesarte los cabellos y hacer un gran despliegue de vergüenza y aflicción.
Hay tres formas educadas de dirigirse a alguien que se utilizan comúnmente en Rokugan. Un igual o inferior con quien deseas ser educado es nombrado como (apellido)-san o (nombre)-san si hay diversas personas de la misma familia presentes. Para un superior el patrón es el mismo excepto que el sufijo es –sama. Finalmente, un daimyo puede ser tratado también como “tono” (“señor”), o utilizando el sufijo –dono tras su apellido. Cuando se tiene una audiencia con una persona importante, habrá guardias presentes; esto no indica necesariamente falta de confianza, sino simplemente precaución y preservación del prestigio.
Sólo los miembros familiares más próximos y los hatamoto tienen el privilegio de ver al señor siempre que lo desean. Y a menos que tu daimyo confíe en ti totalmente, hablar con él en privado está fuera de tus posibilidades. Si el consejero traicionero al que estás intentando derrocar está situado a su derecha cada vez que hablas con él tendrás que aprender a vivir con ello.
También es habitual utilizar el término "sensei" como sufijo cuando hablas con tu maestro. Algunos sufijos familiares son "-kun" (usado habitualmente con los niños) y "-chan" (para las niñas). En ocasiones excepcionales, por una intimidad más propia del lecho que de la vida pública, te puedes dirigir a una mujer usando el sufijo "-chan". Sin embargo, usar estos sufijos "familiares" con alguien de fuera de la familia, puede suponer un gravísimo insulto y degenerar en un duelo o una venganza...
Los rokuganeses están orientados hacia el grupo, el individualismo no tiene lugar en su sociedad. Pertenecer a un grupo social, sea un clan, una familia, una unidad, un pueblo o sólo una banda de ronin que se han aliado, es necesario para el bienestar del individuo además de para la supervivencia. Una persona que es expulsada del orden social será compadecida; alguien que voluntariamente abandona la sociedad, o ignora las convenciones sociales, seguramente inspirará curiosidad y repulsión. Ten en cuenta que convertirse en ronin o afeitarse la cabeza y unirse a un monasterior, no constituye necesariamente un “abandono”.
Hacer regalos es una parte integral de la sociedad. Es importante asegurarse de que el regalo sea adecuado para el receptor, hacer un regalo que claramente no se ha pensado es un insulto. Al igual que lo es regalar algo que está más allá de la capacidad de corresponder del receptor, dado que lo deja en deuda contigo. Un regalo debe ofrecerse tres veces, y rechazarse educadamente las dos primeras para dar la oportunidad a quien lo hace de demostrar su sinceridad.
La honestidad no siempre es una virtud en Rokugan; mientras que el bushido predica la sinceridad total, se espera que un samurai mienta para proteger a su familia, su señor o su honor. Así, el mayor don que un rokuganes puede tener es su capacidad para parecer totalmente honesto incluso cuando miente.
El bushi NO es lo mismo que la caballería occidental. Tratar a tu enemigo con honorabilidad no es necesariamente lo mismo que darle una “oportunidad”. La mayoría de los samurai reconoce el sabotaje, el sigilo y la traición como parte integral de la estrategia; después de todo, si puedes cortar los suministros de tu enemigo, atacarle desprevenido o romper sus comunicaciones, estarás mucho más cerca de obtener la victoria para tu señor. Por otro lado, muy pocos samurai alardean de tales tácticas. Es por ello que los Escorpión son tan ultrajados; no sólo lo hacen sino que más o menos abiertamente admiten ganar mediante la perfidia, pero utilizan tácticas similares incluso en los “campos de batalla” más gentiles de la corte.
Cultura de Rokugan II: Vestir
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhBXyMmZRjg00I0bb6Ngz5mKvpcD4rTETA7uzj0IA2Df5of3pC_otXwiflKBFSbhZGmvKUzeBmIAeNQv1oIBkuq43RPmIDGR7IHpE04IsYhDKRvOPNiZgajinpMGVa9bO6InghjN0n0cOo8/s320/images+%25281%2529.jpg)
Las ropas campesinas están hechas de algodón o lino, mientras que los samurai usualmente visten de seda; aparte de esto hay escasa diferencia en el guardarropa básico rokuganes. Los hombres llevan un fundoshi, un taparrabos que se enrolla alrededor del estómago y pasa entre las piernas, bajo el kimono, el kimono de las mujeres es más largo, usualmente se lleva junto a una camisola interior. El lado izquierdo del kimono se pasa sobre el derecho – NUNCA al revés . Al contrario es la forma en que se viste a los muertos. El kimono se cierra con un obi.
Aunque normalmente los campesinos se quedan en el kimono y quizá polainas o pantalones de algodón si el tiempo es frío, los samurai llevan también toda una variedad de prendas exteriores. Los samurai varones normalmente llevan un kamishimo, que es una combinación de hakama (pantalones anchos normalmente asegurados con polainas por debajo de la rodilla, para facilitar el movimiento) y kataginu , un chaleco sin mangas abierto. Alternativamente se puede llevar un haori (una chaqueta de manga corta que resalta los hombros) con el hakama. En circunstancias más formales, los samurai de alto rango visten kariginu, una chaqueta larga con un cuello redondo elevado y grandes mangas, que se llevan bien dobladas o bien enrolladas en la hakama. Los eboshi (capas de tela), sombreros o bandas para la cabeza (hachimaki) son comunes.
Las mujeres de alto rango llevan diversas capas de kimonos – normalmente al menos dos, y a menudo un kimono exterior suelto, que se lleva como una chaqueta. El vestido de corte es una versión aún más elaborada de lo mismo – durante algunos periodos, la moda ha exigido que una dama lleve no menos que doce capas de kimonos. El cuello del kimono de una mujer puede alterarse en un elaborado cuello alto, o aplanarse para mostrar una insinuación de hombro o pecho si la dama quiere ser atrevida . (Por supuesto las prendas de ciertas damas Escorpión hacen más que insinuar...) Las mangas son típicamente más largas que las de un hombre. Las onamusha (samurai-ko) llevan ropa de hombre en el campo de batalla y a menudo también en otras ocasiones, pero hay algunas (principalmente entre los Grulla y los Fénix) que llevan vestimentas más tradicionales en
ocasiones formales.
El mon de la familia y el clan del individuo están incorporados en el diseño de la mayoría de las ropas, sea como diseño repetido o bordado en la espalda, pecho o mangas.
El calzado para los viajeros y las clases bajas es el wraji, sandalias de paja. Los samurai a menudo llevan zori (sandalias con correas de cuero). Las sandalias se calzan con con tabi (calcetines con separaciones para los dedos). Los geta, zuecos altos de madera se llevan con mal tiempo para mantener los pies lejos del barro. En tales ocasiones, uno también puede usar un paraguas de papel o un impermeable de paja para evitar mojarse.
Los rokuganeses usualmente no llevan joyería al estilo occidental, cosas como anillos y brazaletes. (Los Unicornio lo hacen a veces, pero no ha acabado de cuajar) En vez de ello llevan netsuke ornamentales (fijadores tallados que se deslizan en el obi) y las mujeres samurai utilizan peinetas o alfileres para sostener sus elaborados peinados.
Los campesinos normalmente llevan colores pardos, dado que no pueden permitirse los tintes brillantes. Para los samurai la ropa formal es casi siempre de los colores del clan. Por otro lado, los niños pueden llevar ropa brillantemente colorida con elaborados diseños, mientras que la ropa de las personas mayores es más oscura, de colores menos brillantes. El blanco es el color de la muerte y el rojo el color del nacimiento; durante la ceremonia de boda, la novia lleva ropas blancas que se quita gradualmente para revelar un ropaje interior rojo. Esto simboliza la muerte para su propia familia y su renacimiento en la de su esposo.
Cultura de Rokugan III: Peinado y maquillaje
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEii6w4hyXJVkb8SXW7q5gP25Oh1IBL6DyAaGVE_-qK16EkEgY9ilMfObssQ5y93eMNpc8jFoKsS0Qb2qGV0UExYBwv2iybaKG2tiLxa0Ur7Yb72AhW7sm6CU0e6on-uNd5w6rpkHg2BeqMk/s320/r43_219x163_375_Geisha_2d_japan_geisha_girl_female_woman_picture_image_digital_art.jpg)
Los samurai varones llevan el cabello largo y atado alto en diversos estilos. Aunque es popular el estilo clásico, en que se afeita la corona de la cabeza y el resto del cabello se aceita en una cola que se dobla hacia delante sobre la coronilla, hay una amplia variedad de otros peinados. La versión más simple es atar el cabello en una cola en la parte trasera de la cabeza. Alternativamente, el cabello se rodea con una cinta, como un pincel; con este estilo la coronilla puede afeitarse o no.
Muchos Grulla tiñen su cabello de blanco, en recuerdo del primer Daidoji, mientras que algunos León se tiñen de dorado. Los Dragón frecuentemente se afeitan totalmente la cabeza, al estilo de los monjes, y a veces decoran sus calvas con tatuajes.
Las mujeres samurai (y las geisha) llevan el cabello MUY largo, bien atado en una cola o recogido en elaboradas trenzas y bucles, fijados con peinetas y alfileres. Muchas damas (y todas las geisha) también llevan mucho maquillaje, principalmente pólvoras y colorete. Se aprecia la piel pálida y ni siquiera las mujeres campesinas exponen jamás su rostro al sol si pueden evitarlo.
Cultura de Rokugan IV: Comida
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjYlWXgu0xvz1m2p7RKjIiv5AdRqYs5GzUYvtQE9fmlRAgOY22HZgR-Q2P62DbdQc4DCaUkopVYuYTRK_wk-6Zk9g6w4UAb_d2mAP49EE9STi20G8-n8p3UDUAo0dG6MmGUwgqPSBwbSjIp/s320/descarga+%25282%2529.jpg)
El arroz es el principal producto de la dieta base de Rokugan; es rara la comida que no contiene arroz en alguna forma. Además, hay muchos tipos diferentes de fideos, judías, patatas dulces, castañas, algas marinas, encurtidos (las verduras casi nunca se comen crudas), fruta, huevos, pescado y marisco. Debido a que los impuestos se pagan en arroz, las clases bajas a menudo comen mijo u otras gramíneas en vez de ello.
Sólo los Unicornio comen carne roja regularmente, la fe del Shintao, que prohibe tales actividades no era universal en Rokugan cuando partieron , y muchos Unicornio de la actualidad aún siguen las formas “impuras” de sus ancestros a este respecto. Los samurai de todos los clanes siguen amando la caza, no obstante, y la carne de ave es una agradable añadido al menú. Algunos incluso cazan jabalíes o venados, aunque no necesariamente se comen la presa ellos mismos.
El sake se presenta en docenas de diferentes variedades y puede servirse caliente o frío dependiendo del tipo. Se bebe en pequeñas copas anchas, un sirviente o compañero de comida sirve las bebidas. Sólo un bárbaro bebería directamente de la botella. Hay también diversos tipos de licores, shochu (como el sake, pero mucho más fuerte) y uishi, un brebaje gaijin destilado por los Unicornio.
Una comida habitual consiste en un bol de arroz, sopa, algunas verduras hervidas o encurtidas y pescado. No hay salas de banquetes como tales; la comida se sirve en cualquier habitación que se adecúe al propósito. Cada comensal tiene su propia mesa pequeña, y en vez de una gran bandeja o bol, hay uno pequeño para cada plato. La sopa se bebe del bol. Se considera que trae MUY mala suerte clavar los palillos en tu plato de arroz – eso es lo que se hace cuando ofreces arroz a los espíritus de los muertos. Tampoco debes coger la comida con los palillos y pasársela a otro; así es como se manejan los huesos de los muertos tras la cremación.
Cultura de Rokugan V: Casas
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgWS1XPAcVAW_Jbp7YnyEBlJmEmeZcQIDNgXUt96u2pya9Yp1eUJptJmXnzzWux39p907_2tJPVAmGfDPZ6C1sPDcm4R3idfznn0sFro202pST7SPYxZiTwE9iU19zAClLKdIzw9_rXs-OP/s320/descarga+%25282%2529.jpg)
Todas las casas rokuganesas tienen ciertos rasgos comunes. Primero, están construidas para ser frías en los cálidos meses de verano, en vez de para ser cálidas en invierno. Segundo, están construidas con materiales sencillos – madera, paja o azulejos de barro, y papel. Aunque esto las hace muy vulnerables al fuego, son fáciles de reparar o reconstruir en caso de terremotos u otros desastres.
El hogar típico de un samurai consiste en varios edificios de una sola habitación rodeando a un pequeño jardín o patio. Una casa es básicamente un techado de paja o tejas sostenido por pilares de madera situados a espacios regulares. Las habitaciones tienen techos y suelos elevados de bambú o madera y están cubiertos de tatami (esteras tejidas de paja). Otros edificios, como la cocina, la despensa y los almacenes, tienen suelos de tierra apisonada. Se considera terriblemente grosero llevar sandalias dentro de la vivienda.
Las paredes exteriores están hechas de paneles de shoji (marcos corredizos de madera cubiertos de papel de arroz translúcido) mientras que las paredes interiores están hechas de fusuma (básicamente lo mismo que el shoji pero con papel en ambos lados). La casas está rodeada por la engawa (un pórtico elevado) que a su vez está rodeado por contraventanas de madera. Cuando hace mal tiempo mantienen el calor y protegen el shoji , convirtiéndo el engawa en un corredor cerrado alrededor del exterior de la casa; cuando el tiempo es cálido y húmedo, por otro lado, tanto las contraventanas como el shoji pueden descorrerse, abriendo de forma efectiva una pared entera para dejar entrar el aire y la luz del sol en la casa.
Dentro de la casa hay una sala de recepciones que alberga el tokonoma – una alcoba en la que se guardan los tesoros de la familia junto a un tapiz que se cambia según la estación. Esta habitación también contiene un pequeño altar dedicado a los ancestros. Otras habitaciones pueden utilizarse para lo que sea necesario. El hogar está escasamente amueblado con mesas, cojines, y cofres, algunos de los cuales se utilizan para guardar futones (colchones), colchas y almohadas durante el día. Se usan braseros para calentar durante el invierno. Una cámara de audiencias formal contiene un estrado elevado para que se siente el señor, y posiblemente biombos por si alguien desea una conversación “privada”.
El hogar de un campesino normalmente es un único edificio mayor. Pocos heimin pueden permitirse azulejos, suelos elevados, o paredes de papel; en vez de ello las paredes son de madera, o argamasa sobre bambú. En vez de braseros hay un irori (agujero para el fuego) que se utiliza para calentar y cocinar. Los campesinos que viven en las ciudades normalmente tienen casas alineadas, el precio depende de su anchura, dado que el acceso a la calle es de vital importancia. Las tiendas y almacenes se sitúan en la parte del edificio que da a la calle, mientras que la parte interior sirve como vivienda.
Cultura de Rokugan VI: Castillos
Los castillos rokuganeses se construyen habitualmente sobre una colina con vistas a una llanura, una localización buena apra la defensa mientras sigue siendo relativamente fácil procurarse suministros y controlar los caminos y vías fluviales del área. El castillo normalmente está rodeado por un pueblo grande, que igual que todos los pueblos rokuganeses, está dividido en distritos; hay un área separada para los mercaderes, los artesanos, los campesinos y así. Los eta tienen un pueblo separado un poco más lejos de la ciudad propiamente dicha. Los samurai viven más cerca del castillo, a veces en el anillo externo de fosos y murallas que conforman la primera línea de defensa.
Dentro de estas fortificaciones, el castillo en sí está construido sobre unos grandes cimientos de piedra, a menudo de dos o tres plantas de alto. Dentro de este gran bloque de piedra están las mazmorras del castillo, los almacenes y similares. Todos los pasajes hasta la cima de los cimientos son estrechos, permitiendo el paso de sólo dos o tres personas a la vez, y vigilados por casas de guardia y torres de vigilancia. Sobre ellos, hay una o más estructuras de madera y argamasa, con paredes interiores de piedra necesarias para soportar el peso, que alcanzan alturas de hasta seis o siete plantas en total. Son los cuarteles, para los miembros de la guarnición que son solteros (a los casados se les proporcionan casas en el pueblo), las estancias privadas del señor y su familia, salas de audiencias, habitaciones de invitados, y similares. A diferencia de un castillo occidental, la torre
principal no es la residencia del señor; es simplemente la última línea de defensa.
El castillo está destinado para servir no sólo como fortificación, sino como despliegue de poder y riqueza. Así, se hacen grandes esfuerzos para hacerlo imponente y agradable a la vista además de funcional. Elaborados aguilones, jardines ornamentales y estatuas son rasgos comunes, al menos entre los clanes más orientados hacia la estética; los León consideran la decoración de cualquier tipo estéril, mientras que los Cangrejo tienden a utilizar calaveras de oni y “objetos aleccionadores” similares.
El castillo de un daimyo de familia o clan es normalmente mucho mayor que lo descrito arriba, a menudo incorpora diversos niveles de cimientos, enormes patios y jardines, complejos de templos y similares.
Las maquinas de asedio son prácticamente desconocidas en Rokugan; los Kaiu son los únicos con el conocimiento técnico o el interés para construirlas, y su principal preocupación es mantener levantadas las fortificaciones, y no derribarlas. Por tanto, la única manera de tomar un castillo es bien invadirlo en un rápido asalto o asediarlo hasta que los defensores se ven obligados a rendirse.
El aprendiz de samurai - Relato 4
CONSTRUYENDO EL TEMPLO I
Había pasado otra semana desde que Kan hablase con su padre, había estado muy ocupado aprendiendo y practicando. Se había organizado todo el día minuto a minuto sin dejar de lado los tiempos de descanso y distracción.
Solo había pasado una semana y gracias a su organización había rendido como si hubiera trabajado un mes entero sin descanso.
Se habían unido dos personas más a su equipo de aprendices de Samurais. El primero había sido un amigo de la niñez que no veía desde que tenía muchos años. Enseguida se apasionó con la vida del Samurai y se unió a él. El otro era un viejo guerrero con el que se había topado por el camino a casa una tarde lluviosa. Charlaron por el camino y cuando el nuevo amigo de Kan le preguntó que era en lo que ocupaba su tiempo.
El joven Samurai le impresionó diciéndole que era parte de un inmenso equipo de Samurais. Al principio Uter "el Guerrero" se rió del joven aprendiz, diciendo que si todos los "Terribles Samurais" eran como él... pocas guerras podían ganar. Kan se sintió ofendido, pero reconoció ante el experimentado guerrero que él era solo un aprendiz recién incorporado, y le contó algunas de las aventuras de su padre. Uter, al escuchar esto y ver la sinceridad en la mirada de Kan y la seguridad con la que contaba hazañas increíbles, decidió que como poco tenía que darse la oportunidad de probar. Ya era un hombre maduro, y le parecía irrisorio estar a las ordenes de un niño de doce años... sin embargo calculó que con que aprendiera solo la mitad de las hazañas que le relataba Kan, la cosa merecería la pena.
Ahora Kan tenía una responsabilidad mucho mayor, tenía a tres personas a las que enseñar. Empezó repitiendo palabra por palabra lo que había aprendido en los últimos días a cada uno de los miembros de su pequeño equipo.
A continuación, entusiasmado fue a ver a su padre para preguntarle lo que debía hacer.
- Hijo - Le contestó el General de generales - debes empezar a construir tu templo.
Kan le miro extrañado.
- Si hijo, debes construir un gran templo que refleje tu sabiduría y tu poder. Pero primero has de aprender a construirlo. - Kazo sentó a su hijo en sus rodillas - Hace tres lunas que has cogido una pala y te has puesto a escarbar tu solo en la dura tierra...
Kan no salía del asombro ante las palabras de su padre, el no había cogido ninguna pala y menos escarbado. Esperaba que no se le hubiera pasado ninguna importante obligación por alto!
- ...Te has puesto a escarbar por que lo primero que hay que hacer antes de construir un templo es crear los cimientos. - La cara de el viejo Samurai reflejaba un amor que reconfortaba a su hijo y le incitaba a escuchar atentamente - en estas dos últimas semanas se han unido a ti un total de tres personas que hasta el momento te han animado a escarbar mejor y más rápido. Sin embargo, lo que necesitas es que esas personas te ayuden a escarbar unos cimientos sólidos y profundos. Para que así tu templo sea fuerte y resistente frente a los elementos. Si ellos no te ayudan, tú solo lograrás crear un pequeño agujero en la tierra sobre el que construir una débil sombra de un templo, una sombra que se derrumbará en cuanto soplen los primeros vientos.
En la mente de Kan iba empezando a brillar la llama de la comprensión y el entendimiento.
- Para que tu templo sea resistente no solo han de ser de primera calidad sus materiales, sino que también sus cimientos han de ser sólidos y estar fijados sobre la dura roca que se encuentra a muchos metros enterrada en la tierra. - La grabe voz del Samurai penetraba en la imaginación de su hijo creando imágenes de el y sus Samurais escarbando sonrientes y en equipo en la tierra, poco a poco pero cada vez más rápido
- Para ellos necesitas a mucha más gente que tú y tu guardia personal de tres personas, incluso que una guardia personal completa de Siete Samurais. Necesitas que toda una tropa te ayude a escarbar los cimientos de tu templo. Necesitas llegar a la dura y solida roca "madre" para que tu templo sea lo más solido posible.
Kan estaba asustado, su mirada se perdía por toda la habitación, ¡una tropa entera!
- Padre, ¿Como puedo reclutar y formar a una tropa entera? Yo solo no puedo!
- Hijo, recuerda... no estás solo, ahora cuentas con tu tropa personal para que te ayude. ¿No les has enseñado todo lo que sabes?
- Si Padre, día a día.
- Entonces... que les impide a ellos hacer lo mismo que tu haces ?
- ¿El que padre?
- ... enseñar a otros nuevos Samurais!
- Pero... entonces... ya no serían mi escolta personal, tendrían su propia escolta personal y... ¡Claro! ¡Seríamos toda una tropa!
- Exacto, tu debes encontrar a a tus Siete Samurais, ahora tienes tres aprendices que quizás no se conviertan en Samurais, sin embargo puede ser que sí se conviertan en verdaderos Samurais mientras enseñan a otros a convertirse en Samurais.- El viejo Samurai sacó una moneda de su bolsa y la puso en el centro de la mesa.
- Esta moneda eres tú hijo mío. Ahora cuentas con tres personas más. - tomó otras tres monedas y las dispuso en circulo, dejando a la moneda que representaba a Kan en el medio. - Formáis un equipo de 4 personas, pero si cada uno de tus tres aprendices de samurai tomara a otros tres aprendices a su cargo y les enseñara...- Kazo tomó nueve monedas más y las dispuso en un circulo más amplio alrededor del existente.
- Entonces ya seríais un equipo de 13 personas. - Kan miraba con curiosidad las monedas - ¿No son más poderosas 13 personas que 4?
- Si Padre, creo que lo entiendo.
- Ahora mira lo que pasa si en vez de tres aprendices cuentas con Siete Samurais - Kan sacó ocho monedas de su bolsa, dispuso una en el medio, apartada del grupo de 13 monedas y dispuso las otras Siete formando un circulo alrededor de la central - Este del medio serás tú, hijo mío, cuando seas un verdadero Samurai, y estas monedas representan a tus Siete Samurais - Kazo resaltó este hecho - Este es el equipo perfecto, por el que todos hemos de luchar para alcanzar.
- ¿Porqué Padre? - Preguntó intrigado Kan.
- Siete hijo mío es el número perfecto, sobre todo para los equipos. Si un equipo es mayor de Siete, es muy difícil de controlar y de formar, es difuso como el aire pues siempre hay partidísmos. Y si es menor de Siete, siempre está incompleto, nunca existirá verdadera unión y camaradería por que si uno solo falta, el equipo es débil.
Sin embargo! Si existe un equipo de Siete Samurais todos están unidos, los lazos de camaradería y la amistad se hacen casi irrompibles y su trabajo en equipo es perfecto. Ya lo decían los antiguos... ¡SIETE SAMURAIS PUEDEN MOVER EL MUNDO!
Kan reflexionó sobre las palabras de su padre, era cierto su equipo de tres personas era muy débil, no existía verdadera camaradería y pasión en los asuntos que trataban y si fueran demasiados, veinte o más sería un caos intentar enseñar algo a todos. Sin embargo un equipo de 7 personas sería perfecto, estarían unidos como un grupo de amigos mientras trabajan y serían fuertes ante cualquier ataque.
- Ahora imagínate que cada uno de tus Siete Samurais adiestra a su propia guardia personal de Siete Samurais - Kan extrajo un gran puñado de monedas y las fue colocando una a una en una sobre la mesa, alrededor de las Siete monedas que representaban a los Siete Samurais de Kan - Todas estas personas serían también parte de tu equipo, y cada uno de tus Samurais sería el capitán que dirige su propio equipo... ¿Cuántas personas hay ahora en tu tropa Kan? - Dijo señalando el enorme círculo de monedas.
- Son 57 personas Padre ¡Toda una tropa!
- Exacto, una tropa dividida en 49 soldados, 7 capitanes y un pequeño general... tú.
Kazo hizo una pausa para que todos esos números entraran en la cabeza de su jóven hijo Kan. La diferencia saltaba a la vista. El pequeño círculo con 13 personas y el gran circulo de 57 personas, un número que ya representaba poder y fortaleza.
- Esta Kan, es la tropa que necesitas para hacer los cimientos de tu templo... - El viejo Samurai miró con ternura a su hijo, debía entender bien esta importante lección si quería ser un verdadero Samurai en un futuro cercano - ... sino lo consigues tu templo será frágil como una hormiga. Sin embargo cuando lo consigas... tu templo será tan sólido como la roca, y ningún huracán será capaz de doblegarlo.
Kan miró pensativo los dos montones de monedas, desde el primer día se había jurado a si mismo y a su padre que trabajaría para convertiste en un verdadero Samurai, y ahora que entendía la importancia de la lección que le acababa de dar su padre... ¡Tenía que ponerse en acción!
- Padre! debo dejarte, tengo que llamar a todos mis Samurais para contarles lo que tu me has explicado. ¡Quiero formar el templo más solido del mundo! - Y de un salto marchó corriendo a ponerse en acción!
Su padre le siguió con la mirada pensando que pronto, muy pronto su hijo le habría superado... y ese pensamiento le llenó de orgullo el corazón.
Había pasado otra semana desde que Kan hablase con su padre, había estado muy ocupado aprendiendo y practicando. Se había organizado todo el día minuto a minuto sin dejar de lado los tiempos de descanso y distracción.
Solo había pasado una semana y gracias a su organización había rendido como si hubiera trabajado un mes entero sin descanso.
Se habían unido dos personas más a su equipo de aprendices de Samurais. El primero había sido un amigo de la niñez que no veía desde que tenía muchos años. Enseguida se apasionó con la vida del Samurai y se unió a él. El otro era un viejo guerrero con el que se había topado por el camino a casa una tarde lluviosa. Charlaron por el camino y cuando el nuevo amigo de Kan le preguntó que era en lo que ocupaba su tiempo.
El joven Samurai le impresionó diciéndole que era parte de un inmenso equipo de Samurais. Al principio Uter "el Guerrero" se rió del joven aprendiz, diciendo que si todos los "Terribles Samurais" eran como él... pocas guerras podían ganar. Kan se sintió ofendido, pero reconoció ante el experimentado guerrero que él era solo un aprendiz recién incorporado, y le contó algunas de las aventuras de su padre. Uter, al escuchar esto y ver la sinceridad en la mirada de Kan y la seguridad con la que contaba hazañas increíbles, decidió que como poco tenía que darse la oportunidad de probar. Ya era un hombre maduro, y le parecía irrisorio estar a las ordenes de un niño de doce años... sin embargo calculó que con que aprendiera solo la mitad de las hazañas que le relataba Kan, la cosa merecería la pena.
Ahora Kan tenía una responsabilidad mucho mayor, tenía a tres personas a las que enseñar. Empezó repitiendo palabra por palabra lo que había aprendido en los últimos días a cada uno de los miembros de su pequeño equipo.
A continuación, entusiasmado fue a ver a su padre para preguntarle lo que debía hacer.
- Hijo - Le contestó el General de generales - debes empezar a construir tu templo.
Kan le miro extrañado.
- Si hijo, debes construir un gran templo que refleje tu sabiduría y tu poder. Pero primero has de aprender a construirlo. - Kazo sentó a su hijo en sus rodillas - Hace tres lunas que has cogido una pala y te has puesto a escarbar tu solo en la dura tierra...
Kan no salía del asombro ante las palabras de su padre, el no había cogido ninguna pala y menos escarbado. Esperaba que no se le hubiera pasado ninguna importante obligación por alto!
- ...Te has puesto a escarbar por que lo primero que hay que hacer antes de construir un templo es crear los cimientos. - La cara de el viejo Samurai reflejaba un amor que reconfortaba a su hijo y le incitaba a escuchar atentamente - en estas dos últimas semanas se han unido a ti un total de tres personas que hasta el momento te han animado a escarbar mejor y más rápido. Sin embargo, lo que necesitas es que esas personas te ayuden a escarbar unos cimientos sólidos y profundos. Para que así tu templo sea fuerte y resistente frente a los elementos. Si ellos no te ayudan, tú solo lograrás crear un pequeño agujero en la tierra sobre el que construir una débil sombra de un templo, una sombra que se derrumbará en cuanto soplen los primeros vientos.
En la mente de Kan iba empezando a brillar la llama de la comprensión y el entendimiento.
- Para que tu templo sea resistente no solo han de ser de primera calidad sus materiales, sino que también sus cimientos han de ser sólidos y estar fijados sobre la dura roca que se encuentra a muchos metros enterrada en la tierra. - La grabe voz del Samurai penetraba en la imaginación de su hijo creando imágenes de el y sus Samurais escarbando sonrientes y en equipo en la tierra, poco a poco pero cada vez más rápido
- Para ellos necesitas a mucha más gente que tú y tu guardia personal de tres personas, incluso que una guardia personal completa de Siete Samurais. Necesitas que toda una tropa te ayude a escarbar los cimientos de tu templo. Necesitas llegar a la dura y solida roca "madre" para que tu templo sea lo más solido posible.
Kan estaba asustado, su mirada se perdía por toda la habitación, ¡una tropa entera!
- Padre, ¿Como puedo reclutar y formar a una tropa entera? Yo solo no puedo!
- Hijo, recuerda... no estás solo, ahora cuentas con tu tropa personal para que te ayude. ¿No les has enseñado todo lo que sabes?
- Si Padre, día a día.
- Entonces... que les impide a ellos hacer lo mismo que tu haces ?
- ¿El que padre?
- ... enseñar a otros nuevos Samurais!
- Pero... entonces... ya no serían mi escolta personal, tendrían su propia escolta personal y... ¡Claro! ¡Seríamos toda una tropa!
- Exacto, tu debes encontrar a a tus Siete Samurais, ahora tienes tres aprendices que quizás no se conviertan en Samurais, sin embargo puede ser que sí se conviertan en verdaderos Samurais mientras enseñan a otros a convertirse en Samurais.- El viejo Samurai sacó una moneda de su bolsa y la puso en el centro de la mesa.
- Esta moneda eres tú hijo mío. Ahora cuentas con tres personas más. - tomó otras tres monedas y las dispuso en circulo, dejando a la moneda que representaba a Kan en el medio. - Formáis un equipo de 4 personas, pero si cada uno de tus tres aprendices de samurai tomara a otros tres aprendices a su cargo y les enseñara...- Kazo tomó nueve monedas más y las dispuso en un circulo más amplio alrededor del existente.
- Entonces ya seríais un equipo de 13 personas. - Kan miraba con curiosidad las monedas - ¿No son más poderosas 13 personas que 4?
- Si Padre, creo que lo entiendo.
- Ahora mira lo que pasa si en vez de tres aprendices cuentas con Siete Samurais - Kan sacó ocho monedas de su bolsa, dispuso una en el medio, apartada del grupo de 13 monedas y dispuso las otras Siete formando un circulo alrededor de la central - Este del medio serás tú, hijo mío, cuando seas un verdadero Samurai, y estas monedas representan a tus Siete Samurais - Kazo resaltó este hecho - Este es el equipo perfecto, por el que todos hemos de luchar para alcanzar.
- ¿Porqué Padre? - Preguntó intrigado Kan.
- Siete hijo mío es el número perfecto, sobre todo para los equipos. Si un equipo es mayor de Siete, es muy difícil de controlar y de formar, es difuso como el aire pues siempre hay partidísmos. Y si es menor de Siete, siempre está incompleto, nunca existirá verdadera unión y camaradería por que si uno solo falta, el equipo es débil.
Sin embargo! Si existe un equipo de Siete Samurais todos están unidos, los lazos de camaradería y la amistad se hacen casi irrompibles y su trabajo en equipo es perfecto. Ya lo decían los antiguos... ¡SIETE SAMURAIS PUEDEN MOVER EL MUNDO!
Kan reflexionó sobre las palabras de su padre, era cierto su equipo de tres personas era muy débil, no existía verdadera camaradería y pasión en los asuntos que trataban y si fueran demasiados, veinte o más sería un caos intentar enseñar algo a todos. Sin embargo un equipo de 7 personas sería perfecto, estarían unidos como un grupo de amigos mientras trabajan y serían fuertes ante cualquier ataque.
- Ahora imagínate que cada uno de tus Siete Samurais adiestra a su propia guardia personal de Siete Samurais - Kan extrajo un gran puñado de monedas y las fue colocando una a una en una sobre la mesa, alrededor de las Siete monedas que representaban a los Siete Samurais de Kan - Todas estas personas serían también parte de tu equipo, y cada uno de tus Samurais sería el capitán que dirige su propio equipo... ¿Cuántas personas hay ahora en tu tropa Kan? - Dijo señalando el enorme círculo de monedas.
- Son 57 personas Padre ¡Toda una tropa!
- Exacto, una tropa dividida en 49 soldados, 7 capitanes y un pequeño general... tú.
Kazo hizo una pausa para que todos esos números entraran en la cabeza de su jóven hijo Kan. La diferencia saltaba a la vista. El pequeño círculo con 13 personas y el gran circulo de 57 personas, un número que ya representaba poder y fortaleza.
- Esta Kan, es la tropa que necesitas para hacer los cimientos de tu templo... - El viejo Samurai miró con ternura a su hijo, debía entender bien esta importante lección si quería ser un verdadero Samurai en un futuro cercano - ... sino lo consigues tu templo será frágil como una hormiga. Sin embargo cuando lo consigas... tu templo será tan sólido como la roca, y ningún huracán será capaz de doblegarlo.
Kan miró pensativo los dos montones de monedas, desde el primer día se había jurado a si mismo y a su padre que trabajaría para convertiste en un verdadero Samurai, y ahora que entendía la importancia de la lección que le acababa de dar su padre... ¡Tenía que ponerse en acción!
- Padre! debo dejarte, tengo que llamar a todos mis Samurais para contarles lo que tu me has explicado. ¡Quiero formar el templo más solido del mundo! - Y de un salto marchó corriendo a ponerse en acción!
Su padre le siguió con la mirada pensando que pronto, muy pronto su hijo le habría superado... y ese pensamiento le llenó de orgullo el corazón.
Cualquier otro nombre:
El aprendiz de samurai
domingo, 28 de agosto de 2011
jueves, 25 de agosto de 2011
domingo, 20 de marzo de 2011
sábado, 19 de febrero de 2011
Suscribirse a:
Entradas (Atom)